4 AÑOS ATRÁS…

Mi cuerpo se encontraba recostado sobre aquel áspero pasto en aquella tarde de julio; se sentía tan cómodo el silencio que brindaba aquel pequeño patio de la escuela. Junto a mí se encontraba Luke Smith, mi mejor amigo y con quien pasaba la mayor parte del tiempo en los ratos libres dentro de la escuela. No estábamos en la misma clase, pero por ciertas interacciones recurrentes, con el tiempo fuimos siendo inseparables.

– ¿Crees que en algún momento dejemos de hablar? – Luke rompió el silencio y yo volví a ver sus ojos azules, los cuales podrían haber expresado algún tipo de preocupación o tristeza tras soltar aquella pregunta, pero él parecía tan tranquilo y seguro, como si supiera que en ningún momento pasaría tal cosa, aunque, a decir verdad, ambos estábamos por terminar octavo grado e iríamos a preparatorias totalmente distintas.

– No lo sé, pero si lo hacemos, seguro será por culpa tuya; a veces eres un pesado – dije yo con un tono burlón. Luke solo me regaló una sonrisa y una mirada tranquila para después seguir viendo cómo las nubes tomaban formas distintas.

Una de las cosas que me gustaban de Luke eran las pequeñas pláticas estúpidas y los silencios para nada incómodos que podíamos tener. Luke solía acompañarme después de clase a esperar a que mis padres me recogieran, a pesar de que él bien podía retirarse e ir a su casa, pero ahí siempre se encontraba aquel rubio de mirada azulada, ya sea tumbado en el pasto conmigo o sentado en las bancas de la escuela. Yo sabía en ese entonces que él sentía algo por mí y, a decir verdad, yo también, pero ninguno de los dos decía nada. Yo, por mi parte, no me sentía segura de confesar nada y creo que por parte de él ocurría lo mismo.

A pesar de que esa era una de las últimas semanas de clases, no sentía ningún tipo de nostalgia. Yo estaba segura de que las cosas no cambiarían y que solo sería una nueva etapa, pues le tenía fe a la amistad que había creado con aquel chico. Estaba segura de que si un día quería llamarlo por la madrugada y contarle sobre la nueva película que había visto y que me había dejado llorando, él estaría ahí para escucharme. Pero nada fue así, poco a poco el contacto fue disminuyendo, ninguno de los dos hacía el esfuerzo por buscar al otro y, al final del día y de los años, terminamos siendo desconocidos. Yo lo tenía presente en mis recuerdos y de vez en cuando me agradaba recordar a aquel chico gentil y atento que de alguna manera pudo haber sido y fue mi primer amor.

CAPÍTULO 1

LUKE

Un rayo de luz se colaba entre las finas cortinas que cubrían mi ventana, logrando despertarme. Mi espalda dolía como cada maldita mañana, y la sensación de no haber conciliado un buen sueño estaba presente desde que abrí mis ojos. De una manera bastante perezosa y sin ganas, me levanté de la cama y bajé a la ducha; tenía que sacar toda mi flojera y ser más rápido si quería evitar encontrarme con mi padre desayunando antes de ir al trabajo. v

Hoy era el día en el cual tenía que inscribirme en la universidad para poder cumplir el capricho de mi padre y estudiar negocios, para así poder ocupar un puesto en su compañía y, en algún futuro, estar al frente de ella. Si bien despreciaba la idea, la realidad era que al estudiar eso no era como si estuviera renunciando a algún sueño propio, porque siendo sincero, yo aún no sabía qué era lo que quería para mí o siquiera si había algo que me apasionara lo suficiente como para ir a la escuela otros 4 o 5 años más.

Terminé de vestirme y bajé de manera cautelosa las escaleras de mi casa, por si mi padre ya estaba por ahí y tenía que esperar a que se fuera y así yo poder salir, cuando de pronto escucho la voz de Carl, mi hermano pequeño. – Luke, ¿podrías llevarme hoy al parque? Hay una feria de robots. Mi mamá dijo que ella no podía llevarme, pero tal vez tú sí podrías hacerlo… – el pequeño parecía tener más cosas que argumentar, pero yo era consciente de que mi cara de pocos amigos hablaba por sí sola y le daba a entender que había arruinado mi escape perfecto. Carl se retiró y a los pocos segundos tenía a mi padre frente a mí con una mirada fría y poco amigable, expresión que era recurrente en su rostro.

– ¿A qué hora piensas irte a inscribir a la universidad? Tú bien sabes que tuve que hablar con más de una persona para que pudieran aceptarte. – mi padre exageraba, no había hecho tantas llamadas para que me pudieran dar una oportunidad y asistir a la universidad. No tenía el mejor promedio, tenía una imagen que a muchas escuelas no les agradaría y tenía una pésima actitud, pero mi padre tenía suficiente dinero y eso fue lo que bastó para que hoy yo tuviera que hablar con una de las asesoras académicas y me dieran mis materias.

– Estaba por salir, no soy idiota, ya sé que es lo que tengo que hacer. – dije yo con mucha soberbia.

– No quiero discutir contigo, ya te he dicho tantas veces lo idiota que eres y lo decepcionado que me tienes. Solo vete y resuelve ese asunto. – dijo él de manera calmada, y esto se debía a que ciertamente, su adjetivo favorito para mí era describirme como un idiota, así que esas palabras ya venían con naturalidad y para mí ya no eran relevantes, yo lo había aceptado. No dije más y solo salí de mi casa para poder tomar mi auto e ir hacia aquel lugar, el cual quedaba relativamente cerca.

Una vez que aparqué el carro, divisé pequeñas carpas donde estudiantes de diferentes facultades y clubes se encontraban dando informes a todo aquel que fuera de nuevo ingreso. Yo seguí mi camino y pasé entre aquel montón de personas emocionadas por comenzar algo nuevo en sus vidas. Cómo quisiera experimentar eso de nuevo…

A lo lejos veo como una chica de cabello largo y negro viene caminando con demasiados volantes; la chica vestía un overol con unas flores, las cuales parecía haber pintado ella misma, unas vans un tanto desgastadas con un montón de cosas escritas en la parte de la media suela. Esta chica en particular había captado mi atención porque unos segundos después de haberla analizado sin que ella lo notara, pude ver que era Linnea Brown. Si bien no pensaba en ella todos los días desde que había dejado de frecuentarla, cada que lo hacía, sentía un cálido abrazo de aquellos años en los cuales tanto ella como yo éramos más jóvenes, aquellos años en donde me sentía tremendamente enamorado de esos profundos ojos cafés. Pero lo cierto es que la vida después de un tiempo dejó de ser la misma para mí y comencé a alejarme. Ella también lo hizo, pues era lo más lógico y sensato. A pesar de que ahora mismo la tenía a solo algunos pasos lejos de mí y quería correr a saludarla como aquel chico enamorado de 14 años, decidí no hacerlo. No debía hacerlo. Yo no querría que ella viera que ya no existía aquella persona que ella había conocido hace unos años, yo no estaba seguro de si podría tratarla de la misma manera y no ser una mierda.

CAPITULO 2

LINNEA

– ¿Estás feliz por tu primer día de universidad? – dijo mi madre sin mirarme a la cara, pues se encontraba lavando los trastes de la noche anterior.

– Sí, aunque me da un poco de temor que mis trabajos no sean suficientes, digo, estaré con más personas que pretenden dedicarse a lo mismo que yo, me da miedo desanimarme. – dije mientras ataba los cordones de mis tenis. Y es que este año, al fin, podría estudiar artes en la universidad que tanto había querido.

– Al principio puede ser difícil, pero debes confiar en ti misma. Si algo heredaste de tu padre fue su creatividad. – dijo regalándome una cálida sonrisa. Ella tenía razón, mi padre había partido de este mundo 3 años atrás, pero su buen gusto en el arte seguía vivo y se veía reflejado en la sala de mi casa, donde mi madre tenía todos los cuadros que él le había regalado desde que ellos se conocieron.

– Bueno, me tengo que ir a trabajar. Supongo que llegaré por la noche como siempre, pero sabes que si necesitas algo puedes llamarme. – comentó ella mientras secaba sus manos y tomaba sus llaves.

– Gracias, mamá. Te quiero.

– Y yo a ti, ten suerte hoy. – me regaló una mirada alentadora, y vi cómo mi madre se marchaba. En ese momento me dejó pensando en lo mucho que se había estado esforzando estos últimos años desde que mi padre ya no se encontraba con nosotras. Ella de verdad lo daba todo por ser una madre atenta a pesar de que muchas veces no se encontrara en casa conmigo, pero yo lo entendía perfectamente.

A pesar de encontrarme abrumada por mis preocupaciones, este era mi primer día de clases, así que debía llegar temprano, al menos, quizá así podría ver si conocía a alguno de mis compañeros o veía a alguien de la preparatoria rondando por ahí.

Cuando llegué, me di cuenta de que la universidad era enorme, a pesar de que yo ya había tenido un recorrido por las instalaciones previamente, pero quizá solo eran mis nervios haciéndome ver las cosas de una forma más aterradora.

El patio se encontraba atiborrado de nuevos estudiantes, justo como yo, ya que al parecer los clubes y las diferentes facultades se encontraban reclutando gente que de última hora decidiera cambiar su carrera o quizá unirse a alguna de estas actividades extracurriculares. Yo, por supuesto, ya tenía unas 7 propagandas de diferentes clubes. Los encargados de reclutar nuevas personas eran insistentes y yo era muy tonta como para que un «no estoy interesada» saliera de mi boca. Claramente quería inscribirme a un club, solo que aún no estaba segura si sería al club de lectura o al de música, pero hasta el momento me veía mucho más interesada en aprender a tocar algún instrumento que en debatir si «Orgullo y Prejuicio» era la mejor obra de Jane Austen.

Después de pasar por todo el campo, al fin llegué a mi primera clase, la cual transcurrió bastante rápido y cuando me di cuenta, ya era hora de regresar a mi casa. Mientras caminaba por los pasillos, sentí como alguien daba un pequeño toque sobre mi hombro. Al momento de voltear a ver quién era, pude notar la melena rubia alborotada de Oliver, quien había asistido a la misma preparatoria que yo. No éramos tan cercanos, pero de vez en cuando cruzábamos palabras.

– ¿Linnea? No sabía que te encontraría por aquí. Me da gusto ver una cara conocida. – soltó el chico dándome una gran sonrisa de oreja a oreja. Su expresión era genuina; se notaba que le daba gusto encontrarme.

– Hola, Oliver. Yo tampoco sabía que vendrías a esta universidad. Digo… no solíamos hablar de estas cosas. – dije, devolviéndole la sonrisa.

– Lo sé, pero si soy sincero, ahora que te vi aquí me sentí aliviado. Hasta ahora no había visto a ningún amigo o conocido, bueno… a excepción de Luke. No sé si lo hayas visto, pero esta mañana lo vi sentado en la sala de espera de la dirección. Igual no sé si vaya a estudiar aquí o venga por otro asunto. – Cuando Oliver mencionó el nombre de Luke, sentí como mi corazón trataba de salir por mi boca. Tenía mucho tiempo sin saber sobre él o haberlo visto siquiera por la calle. Me daba curiosidad saber cómo sería ahora. ¿Al fin habría podido entender que aquel corte de cabello, que se asemejaba a un casco, no le quedaba?

– No lo sé. Tiene mucho tiempo que no hablo con él, pero al menos ya nos encontramos aquí tú y yo. ¿Ya sabes a qué club te inscribirás? – pregunté a Oliver, tratando de evadir el tema de Luke, porque, aunque no era un tema delicado, no me sentía cómoda hablando sobre él cuando no sabía si me despreciaba o simplemente había decidido dejarme de hablar un día así por sí.

– Sí, quiero inscribirme al club de pintura. No sé absolutamente nada, y mis dibujos más elaborados son como un stickman, pero quiero intentarlo – dijo el chico soltando una pequeña risa.

– Sabes, ¿por qué no vamos juntos a registrarnos? Creo que me he decidido por entrar al club de música.

– Claro, no me gusta postergar las cosas. – tomamos camino hacia las oficinas administrativas, realizamos nuestros registros y una vez que ambos terminamos, nos despedimos.

Yo regresé a mi casa, algo cansada, pero con la idea de que probablemente Luke estaría en la misma universidad que yo dando vueltas en mi cabeza. Yo no sabría cómo reaccionar, no sabría si sería correcto saludarlo o simplemente hacerme la loca un rato, porque para mí, Luke había formado parte importante de mi vida a pesar de que lo conocí cuando era aún más joven. Siento que sería algo raro ignorar a alguien que llegué a conocer tan bien. Pero aún no sabía qué era lo que pasaría, así que no dejé que esa idea me atormentara y preferí atormentarme haciendo las tareas que ese mismo día me habían asignado.

CAPITULO 3

LUKE

El ruido que producían los dedos de mi compañero de al lado cada vez que golpeaba con sus uñas el duro plástico de su asiento comenzaba a ser más irritante; tenía ganas de gritarle y decirle lo jodidamente molesto que era. Pero no era mi intención hacer alguna escena a tan solo 5 días de haber iniciado la universidad, la cual era completamente aburrida. Los maestros eran unos vejestorios, mis compañeros eran idiotas pretenciosos y el horario era lo peor de todo.

Una vez que terminó la clase, tomé mi mochila y me dispuse a salir. Era temprano y aún no terminaban mis clases, pero ya estaba algo harto y quería estar en cualquier otro lugar que no fuera este.

Y cuando salí ahí estaba ella, sentada sobre el pasto con las piernas abrazadas a su pecho, acompañada de Oliver, un viejo compañero de la secundaria. Él era el único que había ido a la misma preparatoria que Linnea, así que supongo que son buenos amigos. Para mí, Oliver era bastante estúpido, a pesar de que tenía esa imagen de ser un chico malo, rompecorazones. Yo pensaba más en él como aquel tipo que en la primera cita te enseña fotos de su gato naranja al cual le puso un nombre estúpidamente bobo.

Era consciente de que mi mirada estaba fija sobre Linnea, no podía contener mis ansias de seguir analizando cómo era que con el paso de los años ella seguía teniendo esos gestos tan delicados, esa misma sonrisa llena de vida y el mismo brillo en los ojos, a pesar de que perdió a uno de sus padres. Recordar eso me hace sentir mal, yo me fui de su lado un mes antes de que eso sucediera. Me enteré pocos días después, pero jamás le escribí para saber cómo se encontraba.

En ese momento, Oliver volteó y vi cómo su mirada fue directo hacia mí, para después ondear su mano sobre el aire a modo de saludo. Acto seguido, vi cómo ella volteaba y dirigía su mirada hacia donde estaba yo. En ese momento, no supe qué hacer y pude ver cómo ella parecía sorprendida. Realmente no tuve mucho tiempo para pensar en si regresar el saludo o marcharme, porque al poco tiempo tuve a Oliver frente a mí.

– Hey, Luke, hace unos días te vi, y justamente me estuve preguntando si acaso tú también estudiabas aquí. – dijo él con mucho ánimo. – Ha pasado algo de tiempo desde la última vez que te vi, debo admitir que casi no te reconozco, debes estar ocupado rompiendo corazones.

– Hola, Oliver. Sí, aquí estudio, pero en este momento tengo algo de prisa. – contesté yo con un tono un poco irritado, pues quería salir de una situación que podía tornarse incómoda.

– Ya entiendo, pero mira estoy con Linnea. – dijo señalando hacia donde se encontraba la pelinegra. – Deberías saludarla antes de marcharte.

– Quizá otro… – no pude terminar mi oración cuando el chico se movió rápidamente para buscarla. Era más que evidente que ella tampoco quería el encuentro y lo disimulaba bastante bien, pero solo quien no la conociera tanto como yo no podría percibirlo.

– Mira Luke, te presento a Linnea Brown. – dijo Oliver en un tono sarcástico y burlón.

– Hola. – afirmé yo, dirigiéndome a ella con un tono bajo.

– Hola, Luke. Ha pasado tiempo. – podía notar la poca seguridad que transmitían sus palabras y cómo sus ojos me analizaban de una manera cautelosa.

– Dios, ¡qué ambiente tan deprimente! – dirigí la mirada hacia Oliver y solo Dios sabía cuánto quería golpear su cara con mi rodilla en ese momento. Si ya pensaba que era idiota, ahora le sumaba que también era imprudente. – Oigan, hay que quitar nuestras caras largas y deberíamos vernos los tres en la fiesta que organizarán los de último año para nosotros.

– Sí, deberíamos vernos ahí. – mentí, no iría a ningún lugar, pero tampoco quería que me siguiera insistiendo.

– Perfecto, ahí nos veremos. – dijo él, mientras Linnea parecía no poder articular ni una sola palabra, así que solo vi cómo asintió con la cabeza y ambos se retiraron.

Había dos cosas que rondaban por mi cabeza después de ese encuentro. La primera era ¿por qué Linnea era amiga de alguien tan irritante? Y la segunda era ¿Linnea iría a una fiesta universitaria salvaje? Ella era una chica con una personalidad hogareña, prefería mil veces quedarse en casa y ver «Kilos Mortales» a salir con quien fuera, y después de verla de frente, sabía que eso era algo que el tiempo no había cambiado.

Al llegar a mi casa, recibí un mensaje inesperado… o tal vez no tanto, pero este era de Avril, una chica que conocí en preparatoria con la cual había estado divirtiéndome de vez en cuando. Al principio, ninguno de los dos quería nada serio y hasta el momento seguía siendo de esa manera por mi parte, pero me di cuenta de que ella solo esperaba el momento en el cual yo cambiara de opinión. Tal vez desde que me di cuenta debí parar esto, pero para ser sincero, me la pasaba bien con ella y era más fácil hacerme el desentendido y cuando se pusiera como loca, decirle «yo te lo aclaré en un principio».

Avril me había escrito para saber si iría a la fiesta. Ella no asistía a la misma universidad que yo, pero en esas fiestas entraba quien estuviera dispuesto a correr una vez que llegara la policía a detener el ruido.

Honestamente, tenía más o menos 1 mes que no la veía y, a pesar de que no quería tener otro encuentro con Linnea, le respondí a Avril que pasaría por ella si quería ir. Porque seguramente Linnea solo le dijo que sí a Oliver para que dejara de joder.

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