Estimado apoderado:
Comunicamos a usted, que nuevamente su pupilo se orinó en la sala de clases, frente a la pintura del niño Dios. Luego, mientras sus compañeros se burlaban, su hijo cayó al suelo, rasgando el cuaderno de matemáticas, gritando que nadie hablaba su lengua, que los salmos negros le crecían de la boca y que según las voces en su interior, todos moriríamos sumergidos en los ácidos gástricos de una gran bestia. Es cosa de revisar sus cuadernos. Sus páginas están llenas de nombres extraños: «Chojin de las Tinieblas», «Mormo», «Astaroth», «Behemot» y de pentagramas y dibujos obscenos. Los niños están desesperados. Nadie quiere sentarse junto a él. Su hijo, se lo dijimos en incontables ocasiones, no está bien. Apremia llevarlo a un especialista. Si lo ponemos contra la pared, allí se queda dándose de cabezazos hasta caer inconsciente al suelo, mientras la orina corre por sus piernas.
Si de aquí al viernes no tenemos un reporte médico, tendremos que tomar medidas disciplinarias, o bien, y en beneficio de toda la comunidad escolar, pensar en una posible expulsión. Es por esta razón que la invitamos a reflexionar sobre la opción de internarlo en algún centro de salud mental. Nuestro equipo pedagógico está dispuesto a prestar toda su colaboración.
Saludos cordiales
Consejo de profesores
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