anatómicamente inclinada hacia ti

anatómicamente inclinada hacia ti

sam

30/04/2023

Me asomaba a la ventana y siempre volteaba.

No faltaba el día en el que mi cabeza no girara ligeramente a esa dirección, siempre lo hacía.

Esperando verte voltear hacia mí también, o esperando ver tu estela, esa que dejas pero no te das cuenta. Ansiando verte salir a pasear, pero nunca unirme.

Siempre miraba, al punto de que mi cabeza fue inclinándose anatómicamente a ese lado, yo lo hacía en automático.

Un día no me asomé y por lo tanto; no volteé. Pero al próximo sí lo hice, pero dos días después no,

y tres

y cuatro.

Dejando de esperar verte, dejándote en paz.

De vez en cuando te me pasabas por la mente y se me ocurría asomarme, pero al llegar a la ventana olvidaba a lo que iba y sólo me ponía a pensar. O miraba el cielo en silencio, o miraba a las personas caminar.

Ya no volteaba, pero sí me asomaba.

A veces ella me estorbaba la vista mientras yo veía cualquier otra cosa; una mariposa, un ave, una ardilla corriendo por los cables que le quedaban justo enfrente a su fachada, lo que me obligaba a echar un vistazo.

Entonces, sólo entonces miraba, pero no pensaba en ti. Ya no te recordaba, tal vez tu nombre sí, pero no a tí.

Cada vez ella perdía más su color. Pasó de fucsia a morado, de morado a lila y de lila pasó a ser totalmente gris, ya no era nada llamativa como antes lo fue.

Fui viéndola decolorarse, la observaba con atención… Pero ya no te esperaba, ni a tu estela, esa que dejas pero no te das cuenta.

Noté como se hacía más pequeña con semanas de diferencia entre mis asomadas, iba muriendo como una flor. Como si sólo la atención que yo le daba la mantuviera con vida y esencia, sólo mi interés en que te guardara dentro de ella, y sólo el tiempo que me pasaba viéndola, tan solo eso la mantenía hermosa.

Ya muerta, fue desvaneciéndose, desapareciendo… Y no parecía molestarme, o extrañarme, o entristecerme, yo no sabía si tú estabas dentro, no sabía en dónde estabas. Yo la dejaba hacer lo que tuviera que hacer, pero siempre observándola.

Un día ya no estaba, ni rastro. Dejando absolutamente nada en su lugar. Como si por la noche el distrito hubiese mandado a extraerla de raíz sin dar explicaciones o aviso de obras, haciendo parecer que nunca estuvo.

Dejando a este individuo con la incertidumbre y el deseo de saber qué se hizo con ella.

Al parecer nadie lo notó, ni notaron desde un principio que estaba ella ahí.

«Creo recordar algo parecido»

«¿Eso no ocurrió hace algunos siglos?»

Sí, tal vez fue hace algunos siglos. En ese caso un acto tan anticuado e infantil, como el de asomarse a la ventana y esperar a alguien, tendría una explicación.

Fue como si en una noche haya dormido siglos sin que pasara de verdad el tiempo.

Ya no me gusta pensar en ti, me parece humillante. Ver lo que queda de ella, donde solías pasar la mayoría de tus días, ser la única que sabe qué había en ese espacio vacío hace un siglo o dos, una noche, tres días o siete meses… Me parece bien, me quedo con el título de íngrima conocedora de los hechos reales.

Siempre la recordaré, y a tí, y mi cabeza siempre estará anatómicamente inclinada para ese lado.

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