Aurora
No estaba del todo segura si mi actuar con Apolo fue el correcto, pero por el momento solo pensaba en llevar a Zaniah al hospital para que viera a Orión, de alguna manera como amiga solo esperamos darle lo mejor a quienes nos rodean dejando de lado nuestras prioridades.
—Ya tengo la dirección —decía viendo mi teléfono—. Avísale a tu mamá que saldremos.
—Está bien, las veo a fuera —decía Andrómeda mientras tomaba las llaves de su casa.
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Mientras el Uber seguía la dirección al Hospital, mi mente tuvo un pequeño flashback; solo han pasado un par de semanas desde que conocí a Leo por primera vez, aún recuerdo cómo lucía, su aroma hipnótico; su amabilidad y el carisma que tiene para dirigirse a los demás es lo que me hace sentir segura a su lado; no sé si sea lo correcto, pero creo que cada día que pasa me gusta más.
—Aurora… Aurora, reacciona —decía Andrómeda chasqueando los dedos.
—Dale una cachetada para que reaccione, ja, ja, ja —agregaba Zaniah.
—¿Qué?, ¿qué pasó? —preguntaba después de regresar de mi trance—. ¿Ya llegamos?
Las dos se me quedaron mirando y se soltaron a reír, contagiando al conductor del Uber que nos miraba por el retrovisor.
—No, todavía no —contestaba Andrómeda—remataba con su peculiar risa.
—Cállate —respondía enseñándole la lengua después de reírse.
—Bueno, bueno, yo solo decía. —Se encogía de hombros—. Ya que estamos aquí, quiero saber algo de Zaniah y de ti; en sí, de ella sabemos que le llama la atención Orión desde hace medio año, pero como no sabe expresarse, se va con el primer idiota que le habla bonito.
—¡Oye!, estoy aquí —intervenía Zaniah.
—Por eso lo digo, para que entiendas —continuaba Andrómeda—. #datecuentaamiga; y por lo visto desde que Aurora te contó lo que pasó en la fiesta de Marcus te he visto más alegre y entusiasmada, a lo que es obvio que si te gusta más de lo que pensamos.
—Sí… Bueno, está bien, se los diré, si, si me gusta —contestaba Zaniah con su vocecita tierna.
—¡Bingo! Ahora tú Aurora, dinos ¿Qué sentimientos escondes en tu corazón?
— ¿Yo?, ninguno, ¡Miren! ¿Qué es eso? —decía para despistar, esperando que ya estuviéramos cerca de llegar al Hospital.
—Uy, eso sí, quiero saber —admitía Zaniah.
—¿Te gusta Leo? —Me preguntaba Andrómeda mientras me miraba fijamente.
—Solo les diré que… A lo mejor —reía de mientras hablaba.
La campana me había salvado, en este caso la voz de la aplicación que nos indicaba que habíamos llegado a nuestro destino.
—Muchas gracias, aquí tiene —decía mientras pagaba en efectivo.
—Te has salvado Aurora, te has salvado —expresaba Zaniah después de salir del Uber.
—Ya saben cómo soy, esperen déjenme avisarle a Leo que ya llegamos.
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Leo
—Es Aurora, ya están aquí —decía avisando a Maia y a Orión. — Iré por ellas a la sala de espera.
Mientras bajaba el elevador no pude aguantar la risa, de alguna manera nunca creí estar involucrado en alguna pelea; en mi anterior escuela era muy habitual escuchar que en el turno de la tarde solían tener rencillas entre salones, muy pocas veces llegué a presenciar algún disturbio después de salir de la escuela. Nunca imaginé que se sintiera bien y tan liberador soltar algunos golpes, pero al reír por lo sucedido llegaban esas pulsaciones a mi cuerpo por las lesiones que me recordaban no volverlo hacer.
—Leo, ¿Cómo está Orión? —preguntaba Zaniah al verme salir del elevador.
—Hola…por el momento solo nos han dicho que está bajo observación —digo mientras las saludo. — Vamos al piso donde se encuentran Maia y Calisto.
—Sí, me parece bien —decía Aurora.
Al llegar al piso, Maia se encontraba caminando de un lado a otro, su preocupación contagio a Zaniah que no dudo en preguntar de nuevo por el estado de salud de Orión, mientras que Calisto intenta meter un billete a la máquina de golosinas, lo que me hizo pensar que el comportamiento de Maia no era por alguna mala noticia.
—Maia, deja de dar vueltas que nos preocupas más —decía invitándola a sentarse de nuevo.
—Lo sé, lo sé, sabes que así actuó cuando me da ansiedad —contestaba Maia sentándose a mi lado.
—¿Hay alguna novedad? —cuestionaba Andrómeda.
—Por el momento solo han llegado los padres de Orión y están llenando el papeleo, esperan a que el Doctor salga y les informe algo —indicaba Maia.
Después de unos minutos el Doctor salía de la habitación, al vernos nos guiñaba el ojo con la esperanza de que entendiéramos que se encontraba fuera de peligro. La enfermera que venía detrás de él preguntaba quiénes eran los familiares del paciente, que al escuchar el nombre de Orión sus padres no dudaron en ir con la enfermera.
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—Por el momento se encuentra bien, afortunadamente sus lesiones no fueron de gravedad, solo necesita descansar —decía la madre de Orión. — Me alegro de que siga teniendo buenos amigos como ustedes, agradezco que no lo han dejado solo.
—Él haría lo mismo que nosotros, Señora, como verá, ya no somos solo 3 mosqueteros, ahora tiene más amigos —decía señalando a los demás.
—Me alegro mucho por ello, ahora solo toca esperar a que mejore —expresaba la madre de Orión.
—¿Cuáles son los horarios de visita? —preguntaba Zaniah de manera efusiva, dejando en claro su intención de verlo tan pronto como fuera posible. — Bueno, solo para saber si podremos venir a verlo.
—En un momento me informan, pero me han dicho que Orión se quedará 3 días en el Hospital para que tenga los cuidados necesarios y después lo llevaremos a casa, para que cuando gusten pasen a visitarlo —comentaba la madre de Orión con una sonrisa de esperanza. — Si gustan, pueden ir a la cafetería del hospital para que se distraigan y cuando sepa algo, te marco Leo.
—Me parece perfecto, Señora —decía.
—Sí, así me cuentan qué pasó contigo y Calisto después de que el director se los llevará a su oficina —aludía Maia.
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—Pues la cosa está así, a todos, es decir, que, a Marcus, Steve, Apolo, Calisto, Orión y a mí nos dieron una semana de suspensión y durante ese tiempo el director pensará que otra sanción tendremos por pelearnos —digo.
—¿En serio?, ¿Es decir que me quedaré sola durante una semana? —intervenía Maia con tristeza.
—No estarás sola, podrás juntarte con nosotras —agregaba Aurora. — Bueno, si tú quieres.
—Gracias Aurora, es lindo de tu parte —decía Maia. — Y bueno, me imagino que tendré que pasarles los apuntes durante ese tiempo, esperando que al director no se le salga un tornillo y los expulse.
—Basta, Maia —expresaba Calisto con un toque de humor. — Si de por sí en mi casa me van a regañar por estar suspendido, imagínate, me matarían si me expulsan.
—Entonces ruega porque el director tenga piedad de ustedes —animaba Maia en tono de burla.
—Entonces yo vendré durante esos días a ver a Orión y le prestare mis apuntes —decía Zaniah mientras su rostro se ruborizaba. — digo… En agradecimiento por todo lo que ha hecho por mí.
—Yo no me opondré a ello —decía Maia, mirando a los demás para dejar en claro que eso no estaría a discusión.
—Oigan, dice la madre de Orión, que podemos ir a verlo todos juntos, antes de que lo pasen a piso —intervenía.
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—Me alegro mucho de que se encuentre muy bien Orión, así que me despido por el momento, le dije a mi mamá que no llegaría tarde —decía Andrómeda después de salir de la habitación y revisar la hora.
—Sí, ya es un poco tarde y yo tengo que ver la manera de decirle a mis padres que estoy suspendido, entonces nos estamos mensajeando —comentaba Calisto.
—Yo me quedaré un rato más —anunciaba Zaniah. — Además mi papá vendrá por mí, así que no se preocupen por mí, ¿vale?
—Si está bien Zani, nos avisas cuando llegues a casa —indicaba Aurora.
Estando en la planta baja, la despedida no se hizo esperar, al mirar mi reloj, era obvio que no tardaría en anochecer, las 6:20 de la tarde, justo el momento donde el sol empezaba a reflejar los atardeceres más bonitos de la época.
—Antes de salir tengo que pasar al sanitario, así que no tardó —indicaba dejando sola a Maia y Aurora.
—Dile a Leo que lamento no despedirme de él, pero acompañaré a Andrómeda y a Calisto, así evito que Leo llegue más tarde a su casa por dejarme en la mía —decía Maia despidiéndose de Aurora. — Mañana nos vemos, se van con cuidado.
Al regresar y ver sola a Aurora era obvio que Maia había optado por irse con los demás y así dejarme solo con ella, era típico de Maia.
—Dice Maia que lamenta no despedirse —mencionaba Aurora antes de que la interrumpiera.
—Me lo imaginaba, de todos modos, gracias por decirme —agregaba antes de emprender el camino a junto con Aurora.
—Oye Leo, ahora que no vendrás a la escuela, no sé si quieras… Bueno, estaba pensando si querías que también te pasará mis apuntes e informará lo que los docentes vayan diciendo para las futuras evaluaciones —decía Aurora de manera tímida.
—Claro, me encantaría y así poderte ver más tiempo —respondía sin pensar. — je, je, je, este… Bueno, me refiero a… —Mi mente intentaba buscar una mejor respuesta, pero era inútil. — sería padre verte más seguido.
Mientras más intentaba arreglar mis palabras, mi cuerpo se acercaba más a Aurora, sentía que mi corazón podría salirse en cualquier momento de mi pecho y correría a abrazarla.
El ambiente quedaba perfecto para nosotros dos, tras la despedida de los demás y que el personal del hospital no estuviera en la entrada, con un atardecer detrás de nosotros que nos motivaba a quedarnos ahí para sentir su calor; sus ojos color miel que brillaban más por la luz del sol, su mirada que me endulzaba la vida me motivaron a besarla.
El roce de sus labios con los míos hacía la mejor combinación, su manera de besar provocaron en mí un choque de emociones, que no ocultaron mis deseos de quedarme así por el resto de mi vida; pasando mi mano por su cabello, acariciando su rostro en cada beso
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