Una virtud, mi maldición. Es automático, no lo logro controlar, no sé porque, pero no puedo desconfiar, tal vez por esto en parte estoy tan rota, pero no me arrepiento, un corazón de cristal, puede ser más fuerte de lo que piensan, aunque se despedace se puede volver a reconstruir.
Tiendo a pensar que no puede una persona ser mala, o tener la intención de dañarme, por eso con la cabeza abajo he dejado que los engaños me golpeen. Puede ser porque yo realmente nunca lastimaría a nadie, y pienso que todos son semejantes, pero no, y eso lo sé, cada vez que doy una oportunidad el golpe inevitablemente aturde todos mis sentidos, y dejo de respirar, aun con la esperanza de que en una de esas veces no suceda de nuevo, lo mismo cada vez, la rutina monocromática de ver.
Y lloro, no porque los demás lleguen a hacer, si no por mi incapacidad de ser diferente, débil para los demás, pero pocos comprenden que en nuestra debilidad esta nuestra mayor fortaleza; allí donde nos sentimos incapaces es donde más nos levantamos, y continuamos.
Todos son buenos, es lo que me repito, parece estúpido, pero si, capaz pienses que es ingenuidad, yo lo veo como un intento desesperado de este corazón ensangrentado de continuar latiendo.
Puede llamarse también un don, de ver lo bueno incluso en aquellas personas que no parecen tener algo que ofrecer, ver la luz en el corazón de las personas, esa que los impulsa a continuar.
No puede ser tan malo, algo que te permite observar la belleza en los lugares más oscuros. Cuanto más frágil me veo, y más lastimada me encuentro, me aferro a los últimos pétalos de una rosa, a punto de marchitarse, de espinas que la envuelven.
Caí de rodillas, en un último grito pidiendo que se detuvieran, pero nada funciono, y continúo sosteniendo la mano de quienes me lastimaron, rogando piedad, mientras cantaba una canción con mis lágrimas a ese pequeño rayo de luz que vislumbraba al fondo de cada corazón. No puede ser, no lo puedo comprender, solo no lo acepto, sé que si se alimenta la luz puede surgir aún más fuerte, no soy capaz de dejarlos ahí sin más en medio de tanta tiniebla, aunque no quieran, me sentiré peor si soy incapaz de ayudar, si lo logro ver, algo tengo que hacer, de brazos cruzados no me voy a quedar, el corazón de cristal ahora es de diamante, la transformación en medio de la desesperación, dentro mí se gestó, y ahora los tomo de la mano, y con mis últimas fuerzas del agujero los debo sacar.
Cuantas veces me decepcione, el perdón llegara, y jamás dejare de intentar, es mi forma de ser, parte de mí, con los puños apretados frente al escritorio, me culpo de todo lo que hice mal, tanto quisiera volver atrás, para dar una oportunidad más, o gritar con más fuerza para que me llegaran a escuchar, y así lograrlos salvar, de su propia oscuridad.
Como desearía morir en su lugar, por favor, vengan y beban de la copa inagotable, escuchen la voz de quien los quiere ayudar, la canción de compasión, a muchos sus oídos hará sangrar, pero otros lograran distinguir la melodía ancestral.
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