Como el café de la mañana

Hola,

Se que es poco el tiempo que hace que no nos vemos, pero en mi cabeza ya pasó un siglo. 

Estoy mirando por la ventana disfrutando de este jueves gris, frío y silencioso con los auriculares mientras trabajo. Seguro te preguntarás cómo sé que hay silencio afuera si estoy escuchando música, y lo cierto es que no lo sé a ciencia cierta, solo lo supongo, conozco mi nuevo barrio. Nunca me costó adaptarme a los lugares donde me mudé y en corto tiempo lograba identificar, al igual que ahora, sus momentos: De calma, de mayor ruido, cuándo salían las señoras a hacer sus compras, cuándo volvía la gente de trabajar y cuándo los vecinos cenaban porque se escuchaban los ruidos de los cubiertos pegando en sus platos… Algunos ponían la televisión a un volumen alto, tanto que si salía al balcón podía saber más o menos quién era la persona que no lograba escuchar bien. Bueno, hoy creo que sería yo esa persona. También podía saber cuándo todos -o casi todos- se habían ido a acostar, y ahí es el momento que más disfruto además de los días como hoy. Los momentos de mayor soledad, de mayor nostalgia son los que más me gusta disfrutar. En ellos te pienso, ahí solo somos vos y yo con un café imaginario de por medio. Sé que te gusta más el mate, pero en estas ocasiones prefiero todo con un tinte nostálgico y si es un café recién hecho donde el olor me abraza, mucho mejor; Si vos no podés hacerlo.

A veces el solo hecho de no vernos tan seguido hace que uno logre acostumbrarse a esos espacios solitarios y sabe que cuenta con un tiempo para llenar ese vacío con lo que quiera… O lo que pueda. No saco de mi cabeza cómo me hervía la sangre al verte en mi cama, ¡Por fin estabas ahí después de tanto tiempo! ¿A dónde va la cabeza cuando se sumerge en la profundidad de los pensamientos? Ahí, al momento más salvaje, más increíble y más caliente. Recorrerte, no solo con mis ojos, también con mi boca, mis manos y mi lengua, ¡No lo podía creer! Tanto tiempo esperándote y por fin llegaste. Llegaste a tiempo con la lluvia y con el frío, ellos te trajeron y fue la mejor forma que tuvimos de contrarrestar la tormenta que había fuera, subiendo la temperatura de la habitación. 

Sos ese café reconfortante de la mañana: A veces suave, a veces intenso y otras un tanto fuerte.

Te extraño, así, sin vueltas. 

Ya te lo dije,

Te lo seguiré diciendo…

Hasta la próxima vez que nos volvamos a encontrar. 

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