Mirándola le dije: ¡si pudieras besarme ahora que hay sabor a cerveza en mis labios, sabrías lo que es vida! Ella me vio los labios seducida por la idea. Mirando sus inflados labios le repetí: -¡¡¡Si pudieras besarme, sabrías lo que es la vida…!!!

La obscuridad cayó, era la noche nuestro escenario. Juntos ella y yo, en su carro, nos servimos vasos de diferentes marcas de cerveza. Pasamos el rato comparando los sabores. En la radio, una voz atropellada informaba sobre noticias malas: balaceras, muertes y políticos gánsteres de droga…

Luego eructamos, lo que es normal, como se sabe, cuando se bebe cerveza. Ella eructos discretos. ¡Yo…? Un solo eructo volcánico. Fácilmente pude haber incendiado un bosque. Fue un flamante eructo. Nos reímos largo y tendido, especialmente ella, reía enserio muy divertida.

Después de reír se recostó en mi pecho. Me pareció que escuchaba mi corazón porque se quedó en silencio. Le pregunté si estaba contando mis latidos y me respondió:

– Sí…; cuento tus latidos; pero no logro escuchar lo que tu corazón anhela.

    Reflexioné sobre eso. Si ella supiera el anhelo de mi corazón ¿se habría recostado en mi pecho tan amorosamente como estaba en ese momento? Que los latidos de mi corazón sean entonces para ella… ¡un enigma profundo!

    Cerrando los ojos reposó.

    Pasamos un tiempo así, en silencio, entre el sueño y la realidad. En un suspiro le dije suavemente, pero con voz de matraca: escribiré esta noche, con mi lápiz dentro tuyo, los versos más bellos.

    La pasión de su corazón se manifestó como una cascada. Avanzamos a una catarata de besos, caricias, abrazos, gemidos y vocecitas que decían cosas sin significado. Pasión como un lienzo enorme donde mi lápiz empezó a rayar. Ella tomó la iniciativa y se dibujaba una flor de girasol dentro suyo.

    El lápiz, también con pasión desmesurada se prestaba a su placer artístico. Dibujó flores, montañas, el sol; todo un paisaje de satisfacción. Incluso eso que no puedo decir ni pronunciar. Algo como poesía.

    Y luego yo escribí dentro suyo… palabras puras, no fatuas ni sentimentales. Sustantivos y adjetivos imposibles de combinar en otro contexto. Los versos que escribí esa noche dentro suyo fueron pictóricos (luces, destellos verdes, amarillos, rojos, azules…). Fue un placer poético como misterio encriptado.

    ¡Dibújate!, le decía: dibújate con mi v…

    Había escuchado que se puede escribir en el alma de otra persona; ¡ya sé cómo!

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