“Es amor lo que siento”.

Hoy es uno de esos días rutinarios, aburridos y comunes que he tenido a lo largo de mis veintidós años; aunque en realidad no hay mucho que hacer, esta es una pequeña ciudad a las afueras de Obregón, y digo ciudad porque desde hace cinco años las empresas optaron por abrir centros turísticos, además de iniciar con la construcción de zonas hoteleras y parques recreativos consecuencia del descubrimiento de dos grandes cascadas y restos arqueológicos de una civilización aún desconocida. 

No me queda otra opción, es por eso que una vez más me encuentro a la espera de abordar el autobús que me llevara a mi trabajo, cabe mencionar que a pesar de mis repetidos intentos de salir temprano de casa, termino siendo un fracaso, como siempre estoy llegando tarde por la culpa del tráfico que se genera derivado de las nuevas construcciones en espacios donde la biodiversidad albergaba miles de especies, este lugar era magnífico y desde mi perspectiva se encontraba en su máximo esplendor cuando comenzaron con la devastadora construcción; en fin como ya es costumbre, una vez que llegue mi jefe me pedirá que vaya a su oficina para llamarme la atención por tener otro retardo en mi expediente.

Durante un año y dos meses he trabajado como recepcionista en el Hotel El Castillo Rojo, lugar que afortunadamente ha sido catalogado como el segundo lugar de hospedaje con más visitas, seguido tan solo por «La Cabaña Cachemir», nuestro rival, mismo que abrió sus puertas desde hace dos años y ocupa una de las mejores vistas a las Cascadas.

En estas fechas de Noviembre las nubes se vuelven protagonistas de uno de los espectáculos visuales más enigmáticos, están bajan hasta las montañas y con sus movimientos tan peculiares pareciera que terminan por recargarse en el agua, esto sin duda alguna le fascina a los visitantes, de ahí que aprovechen la oportunidad para tomar las mejores fotos durante el espectáculo y después compartirlas en sus redes sociales; no negare que incluso yo me he visto tentado y en más de una ocasión me he convertido en una de esas personas.

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A pesar de que esta se ha vuelto una de mis épocas predilectas del año para trabajar, el día no es de mi total agrado, me ha tocado que en el transcurso de la mañana solo llegan algunas personas a pedir habitaciones, pero nada más, hacen que todo se haga monótono y pesado, es por eso que para estos casos me gusta llevar conmigo algún libro que me salve de estas tormentosas jornadas, en este momento me encuentro leyendo Ghost Girl», es justamente su premisa la que me ha llamado la atención, eso sin mencionar que fue una recomendación de una chica muy especial para mí y no había mejor momento que este para comenzar con la lectura.

Después de leer un par de páginas y tras varias interrupciones por parte de John Lewis; hijo del Gerente del hotel, decidí poner en pausa la lectura, me sentía indispuesto con la presencia de John, él tenía esta nefasta costumbre de intentar sobresalir haciendo menos a los demás; fue justo en ese momento que la puerta se abrió y a su paso dejaba el repiqueteo de la campana, misma que anunciaba la entrada de los nuevos huéspedes.

Al dirigir la mirada hacia la puerta, mis ojos no daban crédito de lo que veían, era la chica más hermosa que jamás había visto en mi vida, mi corazón empezaría a latir a mil por hora, mi mente memorizaba su dulce voz y mi cuerpo temblaría del nerviosismo que ella parecía provocar en mí.

—Hola, Buenas tardes, Quisiera reservar una habitación —Dijo ella. Su voz era como una melodía que conquistaba a mi corazón palabra a palabra..

—Sí, s… Si, la voz se me iba por los nervios que ella me generaba, algo que nunca me había pasado antes. Tenemos disponibles la habitación 12, 23, 45, 47, 53 y la número 58; todas cuentan con camas matrimoniales, baños con jacuzzi, wifi, Smart tv con todas las plataformas de streaming disponibles, pero la única habitación que cuenta con vista hacia las cascadas y montañas es la número 58, ¿Cuál desea reservar y a qué nombre sería?

Por la vista no tengo ningún problema, todas y cada una de las habitaciones suenan geniales, pero en esta ocasión me iré por la número 23, mi número de la suerte y el día de mi cumpleaños, que sea a nombre de Leia, por favor terminando con una sonrisa, justo en ese momento yo me terminaría de quedar perdidamente enamorado de ella.

—Claro, aquí tiene las llaves de su habitación, que la disfrutes, cualquier cosa estamos a tus órdenes. decía yo, mientras intentaba guardar la calma y no verme tan nervioso.

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— ¡Vaya suerte la tuya chico!, no he visto a una chica como ella por aquí antes, pero no te hagas ilusiones, es mucho más probable que alguien como yo logre conquistarla y la termine llevando a la cama, ha que tú y ella se vuelvan a dirigir la palabra. decía John tomándome del hombro y burlándose después de escuchar que me trababa al hablar.

Lo mire con disgusto, no lograba entender por qué había hombres que cosifican a las mujeres de esa forma, — ¡CIERRA LA BOCA JOHN!, ELLA MERECE RESPETO, de alguna forma esas palabras habían logrado salir de mi boca sin pensar, así que, no dudaría que el puño de John terminaría impactando en mi cara, pero extrañamente eso no sucedió, se quedó de pie frente a mí, mirándome y su rostro parecía haberse sonrojado; nunca había visto esa reacción en él; y no le quedó otra opción más que la de retirarse.

Pasado un rato, mire el reloj y este marcaba la una de la tarde, era la hora de mi comida, afortunadamente me había adelantado a realizar mi pedido al restaurante que se encontraba justo a un par de calles del hotel.

Mientras me dirigía hacia al restaurante, no podía dejar de pensar en el rostro de aquella chica esa mirada tan cálida que podían dar sus ojos color marrón, su cabello ondulado color castaño, su perfume con un sutil olor a vainilla y la manera en que se le formaban los hoyuelos al sonreír, eran justamente las características que sin duda no toda chica podría tener, estaba tan inmerso mi mente que cuando regrese a la realidad, ya estaba frente al restaurante.

—Bienvenido Caballero, ¿ya tiene reservación o hay alguien esperándolo?

—Buenas tardes, si, ya tengo una reservación, mi nombre es…—me vi interrumpido

—Viene conmigo, no se preocupe, yo lo llevo a mi mesa. dijo esa voz me parecía muy familiar, y antes de que pudiera levantar la mirada, sentía como la mano de aquella chica tomaba la mía y me guiaba

—Hola, espero no haya problema si te sientas conmigo. Esa dulce voz era como una bonita melodía para mis oídos.

— ¡Leia!, Hola, ¡vaya sorpresa! intenté mantener la cordura una vez más, definitivamente no podía parecer un niño balbuceante al hablar con ella.

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Después de cuarenta minutos tras una charla y comida amena con ella, tenía que volver al trabajo y aún tenía buen tiempo para regresar a firmar mi regreso, pero no podía arriesgarme a otra llamada de atención.

—Fue un gusto platicar contigo, espero verte pronto— dije.

¡Claro con gusto!, después de todo mi estancia aquí será por un semana, así que no lo dudes, nos volveremos a ver.

Esas palabras definitivamente terminaron de alegrar lo que quedaba del día, no podía creer lo que había pasado, por fin había encontrado el motivo perfecto para venir a trabajar y no faltar, lo que restaba del turno mis labios no dejaban de formar una sonrisa inconsciente, que hasta llegaba a contagiar a los huéspedes cada vez que entraban o salían del Hotel.

Para cuando llegue a mi casa, ya tenía en mente despertarme veinte minutos antes de la hora habitual; terminando de cenar, preparé mi uniforme, alisté mis zapatos junto con mis tenis para mejor comodidad cuando fuera y regresará del trabajo, también para esta ocasión acomode la comida que me llevaría para no olvidarla y finalmente ajuste mi alarma.

A la mañana siguiente, la ciudad se encontraba completamente cubierta de neblina, mientras terminaba de vestirme las noticias anunciaban el pronóstico del clima, explicaban que el día de hoy la navidad parecía adelantarse, pues desde hace varios años no se veía un espectáculo de tal magnitud, la caída de nieve duraría por lo menos tres días, tenía sentimientos encontrados, definitivamente jamás había sido testigo de algo así y me emocionaba.

Mientras me dirigía al trabajo, el frío podía sentirse por todos lados, este era tal que ni la sudadera, debajo de la chamarra y el gorrito como prenda extra lograban mantener el calor en mi cuerpo.

Era inevitable que mientras caminara mi mente no dejara de pensar en Leia y en su dulce voz, de alguna manera me conquistó con su sola presencia, el brillo de sus ojos superaba al de la luna, cada rasgo que podría mencionar me conquistaba más que el anterior, cuestión que me preocupaba, en términos simples, el amor y yo significan una mala combinación. Mis últimas relaciones no habían terminado muy bien, y el único que salió perdiendo fui yo, por ese motivo debía tener cuidado al ilusionarme con esta chica, además su paso por aquí sería fugaz, como dijo uno de mis escritores favoritos “Cuando alguien te diga que el amor es mágico, recuerda que la magia es solo una ilusión.” , a veces las personas que demuestran sus sentimientos son las que siempre salen lastimadas.

Sin embargo, había algo en Leia que me invitaba arriesgarme, a creer que en esta ocasión podría ser diferente, que el amor triunfará en nuestros corazones, una sensación que jamás había experimentado anteriormente.

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Para iniciar con el pie derecho, el despertar con un motivo en particular de dio frutos, llegué veinte minutos antes de mi hora de entrada, algo que para ese entonces no había pasado.

—¿Y ese milagro?, ¿Quién te tiro de la cama?— decía Jenny mientras acomodaba la recepción para su salida. —Vaya que es una sorpresa tenerte temprano por aquí, lo que significa que ya me puedo ir—, dejando salir una risa de burla. —Claro como si esas cosas pasaran.

— Bueno, tu tranquila que yo acomodo el resto de pendientes, además tu novia ya llegó—. Podía notar como sus ojos se llenaban con ese rayo de luz cada vez que Juliette venía por ella.  —Además, tengo tiempo de sobra antes de firmar mi entrada, ve y la saludas de mi parte.

No dudo ni un segundo en ir con ella, su alegría me contagio, su relación es una de las más bonitas que había visto, desde mi perspectiva un gran equipo formaban, de lejos podías ver que tienen estilos diferentes, pero al juntarse, se complementan y creo que así debe ser el amor, complementar al otro, sumarse contrario a restarse, pero lamentablemente las relaciones de ahora lo último que tienen es comunicación y por eso duran poco.

Después de terminar el turno de Jenny, me apodere por completo de la recepción, afortunadamente nuestro Gerente no tenía problema de que en la recepción hubiera música, para él era una gran idea, así los huéspedes podrían disfrutar de estar en el comedor o en las salas con que cuenta el hotel; sin dudarlo tome mi teléfono, conecte el Bluetooth y entre a Youtube, seleccionado “Is this love” de Whitesnake, canción que para ese momento se había convertido en las mejores de mi playlist.

La música se apoderó de mi y me hizo bailar al ritmo de la melodía; sabía que a esa hora ninguno de los huéspedes pasaría por la recepción, y podría disfrutar de la canción como nadie; mientras avanzaba la música, mi cuerpo se unía más con el viento. Sin darme cuenta, alguien bajo por el elevador y llego a la recepción, tomo mi celular y repitió la canción.

—Leia, ¿Qué haces aquí?, no escuché cuando bajaste—, me invadió la pena, tanto así que quería que la tierra me tragara en ese momento, solo sentía como mi cara ardía de vergüenza.

—Tranquilo, pensaba ir a caminar un momento. Pero antes debo reconocer tus buenos gustos, es una gran canción y debo confesar que…esos movimientos no me parecen los adecuados—. 

Repitió la canción, camino hacia mi y tomo mis brazos llevándolos a su cintura. —No los muevas, ahí están perfectos—. Sus brazos se elevaron y como si fuera una película romántica, los colocó en mis hombros, y con sus pies empezó a llevar el ritmo, acto seguido repetí sus movimientos y justo como decía la canción “Esto debe ser amor, porque tiene control sobre mí”. La sensación de complicidad era única, la forma en que me miraba, su suave aroma a vainilla, su estatura un poco más baja que la mía, la forma en que su cabello se deslizaba por sus hombros al bailar, esos labios color nude que incitaban a besar, la calidez y armonía que emitía su presencia, indicaban que era la chica con quién yo quería pasar el resto de mi vida, con quién cada mañana despertara y llevará el desayuno a la cama, quién sería la inspiración para escribir poesía y dedicarle cada verso y finalmente todas las canciones de amor, las películas románticas tendrían sentido a su lado.

Después de terminar la canción, nuestras miradas no dejaban de verse, los latidos se unían en un solo ser, podía sentir como sus manos sudaban estando en mis hombros. En ese momento, una pareja bajaba por el elevador y nuestra única reacción fue soltarnos.

—Buenos días, vaya que se siente frío—, decía el señor frotándose las manos antes de ponerse sus guantes.

—Demasiado, yo por eso iré por una chamarra—, mencionaba Leia como pretexto para escapar de la situación.

—Disculpe joven, sabe si ya abrió la cafetería de la vuelta, escuché que tienen unos buñuelos bañados con miel, a mi esposo y a mi nos vendría bien para este frío.— su cálida voz me hizo regresar a mi realidad.

—Claro, para estás horas ya tienen listo un buen café y en punto de las nueve de la mañana ya tienen los primeros buñuelos.

—Muchas gracias joven, que tenga un bonito día, — pronunciaba la pareja antes de salir por la puerta.

Si supiera que mi día ya había iniciado como nunca imaginé, entendería el porque de mi sonrisa.

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Pasaron un par de horas cuando volví a ver a Leia bajado en esta ocasión las escaleras, no solo había ido por una chamarra, si no había cambiado todo su outfit. Para este momento del día, la temperatura había subido por lo menos tres grados y sin embargo, aún se sentía el frío.

Leia llevaba un abrigo color negro que le llegaba hasta las rodillas, un suéter tejido en color negro, un collar que hacia resaltar su tez, una falda de mezclilla acompañada de un par medias negras, junto con un par de botas largas que adornaban su silueta.

—¿Qué vamos a desayunar hoy?—, decía Leia recargándose en la mesa de la recepción.

—Traje un poco de comida, la he preparado yo mismo.— dándome dotes de cocinero, mientras le lanzaba una mirada levantando las cejas

—Me parece muy bien, ya veremos qué tal están esos dotes culinarios.—dijo con una risa malévola., que complementaba a su comentario.

—Dentro de poco será la hora de comida, así que podrás disfrutar de mi especialidad, enchiladas suizas, acompañadas de arroz blanco, para que veas la calidad—, mencionaba, siguiendo con el tono sarcástico.

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Después de comer y disfrutar la compañía de Leia, no quedaba otra opción más que la de regresar a la recepción, donde se encontraba John, mismo que por cierto me suplía durante mi horario de comida o cada vez que tenía que ir al baño y viceversa. Hoy fue un día distinto, cuando llegó no hizo ninguna broma para insultar, sucedió todo lo contrario, llegó saludando a todos con un fuerte apretón de manos, no sé si era por el cambio de clima o fue la situación que tuve ayer con él, pero fuera lo que fuera me alegro.

—Estoy de regreso John, muchas gracias por cubrirme.

—Con gusto Muchachón, cuando quieras. Además si es para que pases tiempo con esa chica, claro que cuentas conmigo—. Su voz hasta se notaba diferente, había un cambio sorpréndete en él.

Leia antes de subir a su habitación, colocó una pequeña nota sobre mis manos, —No la abras hasta que yo me suba, si no me enojaré contigo—, dijo ella mientras cerraba mi mano.

Al poco rato de haberse marchado y sin nadie en la recepción, tome la nota de su escondite y la abrí con cierto misterio.

“Gracias por hacer mi estancia más amena, eres una gran compañía y estoy sumamente feliz de conocerte.

PD: cuando sea hora de tu salida, bajaré y saldremos a dar un paseo.

Atte: Leia.”

Esa nota había hecho que me sonrojara, sus palabras se me quedaron por el resto del turno “Saldremos a dar un paseo”, una vez más no pude disimular la felicidad que Leía me generaba. Al dar las ocho de la noche, el elevador abrió sus puertas, la figura de Leia se asomaba y no pude quedar más encantado, aún con su outfit de invierno puesto y el plus de un gorro color negro que posaba en su cabeza, lucía increíble, eso además de aquella mirada que me conquistó. 

—¿Listo?, Que está noche nos depara un mundo por conocer y grandes aventuras nos esperan—, su entusiasmo estaba al mil por hora.

—Claro, solo deja entregar las llaves de la entrada y que Jenny termine de acomodar sus cosas en el Locker. 

Al terminar de colocarme la chamarra y el gorro, abrí la puerta para que ella pudiera pasar primero. Una vez afuera, el frío calaba hasta los huesos pero la sola presencia de Leía era tan cálida que era inevitable no sentirse arropado o seguro a lado de ella. Antes de dar los primeros pasos y ver lo que nos deparaba la noche, su mano tomo la mía con delicadeza, entrelazando sus dedos con los míos de una forma tan tierna. En ese momento mi estómago se llenó de mariposas, mi corazón latía con tanta alegría que en mi mente se repetía una y otra vez:

“Es amor lo que siento”.

Joss Herrera.


Mis agradecimientos a mi gran amiga Iltse por editar, apoyarme y motivarme a seguir escribiendo.


Etiquetas: amor jh novela romance

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