Una historia olvidada

Una historia olvidada

Claudio E. Vives

26/06/2022

En un punto del este de la civilización en un tiempo remoto.

Sandor, temeroso de su ignorancia y mortificado por todo aquello que le preguntaban y no sabía contestar, decidió poner fin a su desconocimiento no solo elevando su nivel de erudición, sino también proponiéndose convertirse en el hombre más sabio del planeta.

Y así comenzó su instrucción. Todas las ciencias eran estudiadas por Sandor quien, en su aprendizaje, no podía dejar tema sin tratar. Muy pronto, las lecturas que le insumían el tiempo le eran insuficientes y, como sus ingresos económicos eran escasos para proveerse de todo el material que necesitaba, dio cuenta de sus intenciones entre sus conocidos. Estos decidieron ayudarlo y comenzaron a llevarle lo que consideraban servía a tales propósitos. Tanto movimiento de gente entrando y saliendo de su casa, motivó la curiosidad de los vecinos. Puestos al tanto de lo que allí sucedía, decidieron también colaborar proveyéndolo con la mayor parte de ejemplares que pudieran. No pasó mucho para que su idea llegara a los oídos de los pobladores de la ciudad entera y estos decidieran sumarse al proyecto; tampoco pasó demasiado para que las comarcas más remotas se enteraran de la singular historia.

Pronto, la casa de Sandor estuvo atestada no sólo de textos de todas las ciencias conocidas, sino también de numerosas lenguas; textos traídos por visitantes de las más diversas culturas y los más alejados territorios. Enormes columnas de libros, pergaminos, papiros y otros medios de representación de escritura fueron apilándose fuera de su hogar cada en vez en mayor número. Los vecinos debieron mudarse ante la montaña de escritos que rodeaban las casas y les impedía llegar hasta ellas. Con el tiempo, toda la ciudad quedó cubierta por enormes paredes de volúmenes que conformaban pasillos sin salidas, pasillos circulares y pasillos comunicándose entre sí y que en conjunto formaban un gigantesco laberinto.

Mientras, Sandor continuaba cultivándose de conocimientos. Recorría los pasillos, tomaba aquello que le llamaba la atención, o que en mayor grado sirviera a sus propósitos, y lo estudiaba. Así anduvo mucho tiempo hasta que comprendió que aún en el hipotético caso de ser inmortal, jamás podría abarcar no sólo los conocimientos actuales, sino también aquellos nuevos que eran redactados cada día. En vano trató de escapar de allí, ya era tarde. Perdió la vida malgastada en su inalcanzable intento.

Con el transcurrir de los años las personas olvidaron para que llevaban los manuscritos a ese extraño sitio y dejaron de hacerlo. Los viajeros que alcanzaban a ver la extraña maraña de hojas apiladas comenzaron a preguntarse qué era lo que había sucedido, pero nadie recordaba nada.

Con el paso de los años, los ineficaces e improvisados tapetes puestos para proteger al conjunto contra las lluvias, se volaron. Esto, sumado al sol y la erosión, se encargó de transformar la estructura en polvo, al igual que al responsable de su origen.

Y así la historia de Sandor, con pena y sin gloria como muchas otras, cayó en el más completo de los olvidos.

FIN

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