Duele el desprendimiento de caretas ajenas, son fuertes cachetazos al alma que despiertan un grito mudo en soledad, de auxilio, pidiendo un abrazo, de esos que dicen «todo va a estar bien».
Lágrimas que uno mismo ha de secar, ya ni ilusiones quedan por despertar.
En intentos de crear una esperanza, la falta de amor y respeto, sólo despiertan angustia.
El ego es lo único que hoy me pueden dañar, ¿cómo lo puedo perdonar?, el sentir risas, me despedaza.
Volver a confiar, y que una vez más te vuelvan a lastimar, sin importarles que lo hacen.
No hay necesidad de refregar por la cara, que te da igual, ser egoísta, cuando esa persona te da todo, incondicionalmente.
Condenas basadas en cuestiones injustas, que impotencia, que ansiedad genera, querer hacer feliz a esa persona, dando hasta lo que no se tiene a mano, y que sólo lo negativo pese más.
Traiciones que sólo quien tiene unos códigos sin necesidad de un compromiso, sufre sólo, los demás hacen lo que quieren sin culpa. Sin compromiso, por amor, se puede ser muchas cosas y hacer también, duele no ser valorado.
Sin esperar algo a cambio, y al mismo tiempo el corazón anhela todo, desde lo más simple a lo desconocido. Un presente soñado, que fluya libre a un futuro, y aún así solo deseando un presente ideal.
Elecciones que hacen sufrir, el cuerpo dice «ya está, ¿cuánto más?», Y el corazón diga un poco más, y el final nunca ha de llegar.
Mi corazón ardiente sigue en pie, por más heridas que tenga, que valiente y testarudo es, pero lo sigo, capaz por tener una mente débil, por haber sido herida muchas veces, y aunque lo niegue constantemente, una luz al final del camino siempre ve, y por ella va.
Entre lágrimas, se pide, ruega, cuestiona, se sigue.
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