Tomaste mi mano y la pusiste en tu pecho.
—Tu corazón está latiendo muy rápido —dije nerviosa.
—Es por ti que lo hace —respondiste con una sonrisa.
Y desperté.
Hola, soy yo de nuevo.
La realidad es que despertar con aquel sentimiento de búsqueda, solo me hace sentir más vacía, intentar comprender el hecho de que no estás conmigo en este momento me abruma demasiado. Comprendo que seguir escribiéndote estas cartas no me está ayudando o tal vez solo no funciona porque no me respondes ninguna de ellas, quisiera que al menos ésta si lo hicieras. Ahora me llega a mi mente el día que comencé a escribirte las cartas, como fue que comenzó todo y el como estamos ahora…
3 años atrás…
El día comenzó muy normal en mi vida, estaba en una aburrida clase de probabilidad en la preparatoria, estaba platicando con mi mejor amiga sobre como la clase y el maestro le quitaron todo el encanto que podría tener en un alguna pequeña fracción, si es que realmente la tuvo en algún momento…
—Entiendo que la clase es importante para poder graduarnos —dijo Grace mientras limpiaba sus lentes y luego añadió—. Además, no creo que sea tan útil en la vida real de todos modos.
—Tal vez no lo es, ese es el punto, en la escuela solo nos enseñan cosas inútiles que en algún momento de nuestras vidas diremos que pudimos ser mejores estudiantes pero las clases no cooperaban para nuestra motivación deseada —dije tan rápido que se me hizo extraño no haberme trabado en el intento de decirlo de un solo respiro.
Nuestra conversación fue interrumpida por el maestro.
—¿Hay algo que quieran compartir con la clase? —dice con tono molesto.
—No, maestro —respondimos al unísono.
—Bien —nos dio la espalda al seguir con la clase.
Al terminar la clase fui con Grace a buscar un libro a la biblioteca.
—¿Qué libro piensas leer esta vez? —pregunté curiosa.
—Quiero ver si tienen el libro de las ventajas de ser invisible.
—Lo más probable es que si esté —respondo viendo otro estante.
*se cae un libro detrás de mi*
—¡Ay! —di un salto del susto—. Al parecer hay fantasmas en esta biblioteca.
Vi a alguien asomarse…eras tu y me sonreíste.
No sabía por qué lo habías hecho pero se me hizo extraño, me dejó una sensación indescriptible pero interesante al mismo tiempo, era algo que no había sentido antes, decidí no prestarle atención en ese momento.
Esa misma tarde llegué a mi casa, me preparé algo de comer, vi un poco de televisión antes de irme a bañar para después ponerme a hacer tarea. Puse mi música en aleatorio, me puse mis lentes y comencé la tarea, cuando saqué un libro, (el cual saqué de la biblioteca), recordé el como me sonreíste y no pude resistirme, así que comencé a escribirte una carta, la cual no tenía pensado enviarte, solo era para no guardarme mis pensamientos y así sacarte de mi mente.
Hola
Sé que no nos conocemos pero igual quería escribirte.
No sabría como comenzar cuando realmente no pasó mucho, solo me sonreíste, pero es que nadie lo había hecho antes, normalmente tengo una cara de: – Te mataré si me ves. Cuando en realidad es que, siempre tengo mi mente en otra parte y esa es mi cara relajada. Comprendo totalmente si no lo hiciste porque yo fuera especial, sé que tal vez fue tu sonrisa natural con cualquier extraño y créeme que sería mas entendible si es así, pero igual me gustaría pensar que si fue algo especial para ti, aunque no nos conocemos.
Gracias por ser mi fuente de desahogo.
Con mucha pena:
– Winter
—Tal vez no es la mejor carta, pero quizás algún día me anime a mandársela —pensé
Después de terminar mi tarea, alisté todo para irme al trabajo. Llegué al trabajo, mi jefa no se encontraba así que eso significaba que no me pagaría hasta el día siguiente.
—Buenas tardes Tony —dije colgando mi abrigo al llegar al café.
—Hola Winter, ¿ya llovió? —dijo en tono burlón por el significado de mi nombre (invierno).
—¿Sí sabes que el invierno es una estación del año? —respondí con sarcasmo y añadí-. Lo cual no me hace una meteoróloga.
*se escuchan risas de fondo*
Me puse mi mandil para empezar a tomar las órdenes de los clientes, Tony se reía de mi nombre siempre que podía pero, la verdad nunca le tomé importancia porque sabía que no podía hacerme sentirme inferior sin mi consentimiento, yo decidí no darle el poder de hacerme sentir mal.
—¡Señorita! —me llama una persona sentada en una mesa.
—Sí, dígame, ¿en que puedo ayudarlo? —llegué diciendo sin mirarlo a la cara.
—¿Podría traerme un café expreso doble y una rebanada de pastel de vainilla, por favor? —pidió con amabilidad.
—Claro que sí, gusta algo ma.. —volteo y eres tu, quedo en shock unos segundos—, ahorita se lo traigo —agregué y me fui a la cocina.
Después de indicar la orden me quedo procesando el hecho de que volví a verte y tal vez ni si quiera me reconociste, creí que me desmayaría, pero, me subí bien los pantalones y pensé:
—No puedes a acobardarte es un cliente y es tu trabajo darle el mejor servicio, así que respira hondo y cálmate.
Tomé tu orden ya lista y te la llevé a tu mesa.
—Aquí tiene, provecho y con permiso.
—¡Espera! —exclamaste tomándome de la mano—. ¿Puedes esperar un segundo?
-Si, dime.
—Tu… —empezaste con un tono nervioso—. ¿Eres la chica de la biblioteca?
—Eh…si —respondí temerosa de tu reacción y curiosa de saber tu razón para preguntarlo.
—Quería preguntarte tu nombre, pero no sabía si tu querrías decírmelo.
—¡Oh!, Me llamo Winter —te extendí la mano y tu me la tomaste.
—Mucho gusto yo soy….
—¡WINTER! —escucho mi nombre viniendo de la cocina.
—Lo siento, me tengo que ir, disfruta tu café —salí corriendo hacia la cocina.
—Winter, ¿Qué hacías? —dice el subgerente (Boris).
—Lo siento, sólo hago mi trabajo —respondo mirando hacia el suelo.
—Bueno, pues cuidado con lo que haces si es que aún quieres conservarlo —menciona en forma de amenaza y luego agregó—. Bueno, ¿que están esperando todos?, ¡pónganse a trabajar!
Seguí con mi trabajo y temía que llegara el momento en que me pidieras la cuenta, porque sabía que me pondría roja como un tomate. Pero, pasó.
—Señorita, ¿me podría traer la cuenta por favor?
—Claro que si, permítame un momento —fui a la cocina checando tu pedido y volví inmediatamente-, Son 85 en total.
—Aquí tiene —estiras la mano dándome el dinero.
—Muchas gracias, por el gran servicio estuvo delicioso —respondes sonriendo amablemente.
—No hay de que, espero que te vaya muy bien y con mucha suerte te veré luego —luego me arrepentí al segundo, pensé que había sonado muy desesperada u obsesionada.
—Me gustaría —sonreíste y te despediste con la mano.
—Winter, creo que le gustó tu estación al cliente —llegó diciendo Tony en tono burlón.
—No, es solo que nos conocemos de la escuela y sólo fue amable eso es todo —respondí a la defensiva.
—Si que estás ciega Winter, creo que si le gustaste —dijo Luciana (una compañera de trabajo) al llegar con nosotros.
Me quedé pensando si sería cierto todo aquello que mis compañeros habían dicho, pero la verdad no quería hacerme ilusiones, quería seguir viviendo esto que estaba sintiendo lentamente porque, no quería arruinarlo.
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