Un pedido para Ricardo

Un pedido para Ricardo

Andrés Pérez

09/01/2022

Ricardo se reía y bailaba sin cesar, después de todo, quien no estaría sonriendo de oreja a oreja después de que su ultima ilustración original fuera subastada por veinte millones de dólares, lo que le permitía tener un amplio presupuesto para las celebraciones. Habiendo podido arrendar el centro de eventos más exclusivo de la capital, aquella noche de fiesta se bañó de elogios y lujos dignos de la más alta sociedad.

El desenfreno y el hecho de querer beber al menos tres veces los mejores tragos de cada continente habían reducido al artista a un borracho balbuceante ansioso por ir a un after party, pero los invitados habían estado empezando a retirarse desde las tres de la mañana y bailar solo no era su definición de diversión, busco su auto de la forma más eficiente a la que un borracho puede recurrir, vagar por todo el estacionamiento tambaleándose mientras le preguntaba a la gente si habían visto su auto mostrándoles un dibujo desalineado de su vehículo hecho durante la borrachera, que planeaba vender y ganar millones, finalmente sus esfuerzos fueron exitosos.

Ricardo conducía tranquilamente, aunque le parecía extraño que la gente condujese en sentido contrario a él, al tener la música de la radio a todo volumen solo le permitía escuchar una pequeña parte de las quejas de la gente, pero un “sentido contrario imbécil” exclamado por un conductor que le esquivo al ultimo momento causo que Ricardo se saliera de sus casillas, ¿acaso una obra de veinte millones de dólares podría ser creada por un imbécil?, no, y planeaba dejárselo bien en claro mientras viraba rápidamente para confrontarlo sin embargo, tal giro fue acompañado por un choque estrepitoso con otro conductor, lo último que percibió Ricardo fue el ruido de metal destrozado, la sensación de un líquido rojo y cálido derramándose sobre si cabeza y finalmente oscuridad absoluta.

El artista despertó en medio de un precioso prado cubierto por todo tipo de flores, las cuales impregnaban al aire de un aroma dulce que combinaba perfectamente con la fragancia de la tierra húmeda en la que estaba de pie, pero tal encanto solo pudo aplacar su confusión por un instante

  • ¿Qué paso? ¿Dónde está mi auto? – pensó mientras observaba a su alrededor a la vez que sacudía su cabeza buscando hacer funcionar su memoria
  • Permíteme contestar esas preguntas- Ricardo dio un paso atrás al escuchar una voz ajena a la suya dentro de su cabeza.

Lo que parecía ser el sol empezó a descender frente a los ojos de Ricardo, una enorme esfera de luz que emitía un brillo intenso y inmaculado cuya radiancia empezó a ser menos cegadora a medida que tomaba forma de alas para revelar a una criatura sin precedentes, conformada por anillos color dorado rotando lenta pero continuamente, siendo cada uno de estos cubierto de cientos de ojos carmesí reptilianos que se centraron firmemente en el artista.

  • No tengas miedo- escucho una vez más mientras ente empezaba a acercarse hacia Ricardo la cual tenia una expresión relajada- ¿Estas bien? Suelo decir mucho lo primero por mi eh… fuerte impresión que dejo y eres el primero que se ve tan tranquilo.
  • ¿Por qué debería estar nervioso? De seguro que eres una alucinación por el alcohol o por algo que me haya fumado en la fiesta, a veces me meto cosas que me dejan como loco- contesto coloquialmente Ricardo.

Aquella criatura suspiro, cerro sus cientos de ojos al instante, estaba consciente de los vicios de Ricardo debido a los registros, afortunadamente eso le hacía ser más exigente a hora ordenar sus pensamientos y palabras.

  • Bueno, odio ser el portador de malas noticias, pero yo y todo lo que ves es absolutamente real
  • No te creo, de ser así yo estaría en mi auto y seguro te están diseccionado de pies a cabeza en el área 51, alíen.
  • Parcialmente tienes razón, de hecho, una parte de ti sigue en él.

Repentinamente aquel pacífico y luminoso escenario desapareció, aquella bella flora había dado relevo a una caótica carretera únicamente iluminada por las luces de los vehículos y un enorme pilar de fuego, en el centro de este lograba visualizar algo que le helo la sangre por completo, era su vehículo, y dentro de el había una silueta humana completamente carbonizada, desvió la mirada inmediatamente y vomito, instintivamente comprendía la situación, pero no quería ponerlo en palabras, ni siquiera en pensamientos.

  • E… entonces… ¡¿qué mierda eres tú?!
  • Mi nombre el Lazarion, un ángel, te traje a un rincón tranquilo del Edén para conversar- contesto gentilmente
  • Quizás aun este medio alcoholizado, pero ni estado totalmente ebrio me lo creo
  • Si no me crees no hay nada más que hablar, ojalá al devolverte también se te rostice lo incrédulo- Ricardo empezó a sudar intensamente, se le tenso el cuerpo y sus piernas empezaron a temblar como gelatina.
  • ¡E-espera todavía ando como una cuba! Y la gente bebida siempre dice estupideces, obviamente eres un ángel con un atractivo algo… -Podía sentir la mirada intensa de sus cientos de ojos, se pregunto si así se sentían las personas cuando se les apuntaba con una pistola, eligió la siguiente palabra con todo el cuidado posible- críptico.

Sus ojos se encontraron y nadie podía despegar la mirada, aquella tensión podía cortarse con un cuchillo, la piel se le ponía de gallina mientras el ángel lo observaba con los ojos entrecerrados, que finalmente suspira y rompe el silencio.

  • Que alivio que lo entiendas, como esperaba de alguien con tu nivel, puede entenderse que a veces las creaciones de Dios sobrepasen el entendimiento de los mortales, pero deseo hacerla más comprensible al público, empezando conmigo, mi forma es demasiado… rupturista para ser comprendida por los demás, he estudiado tu carrera y creo que eres adecuado para la tarea de crear un diseño que represente mejor mi atractivo, naturalmente no espero que lo hagas gratis, por regla general la gente con tu comportamiento no calificaría para acceder al paraíso, pero mi influencia y cumplir con esta tarea podría cambiar eso.
  • ¿Y no podría revivir como recompensa? – Pregunto el artista con el corazón en la boca.
  • Imposible, tu cuerpo ha quedado carbonizado en la colisión. -contesto Lazarion con firma seguridad, Ricardo sintió un peso en su pecho donde empezaba a brotar una firma obstinación.
  • Pero necesito regresar… ¡por La tarea! En mi casa tengo todos mis herramientas y materiales, jamás podre lograr cumplir una obra que cumpla con sus expectativas, por favor, debe haber algo que se pueda hacer.

Hace tiempo, Ricardo tuvo la fortuna aprender que la forma de convencer a alguien de acceder a una petición era mostrándoles las ventajas que traía para estas, un método especialmente efectivo cuando se topaba con clientes vanidosos, ¿pero la lógica humana también se aplica a los ángeles?, Ricardo estaba obligado a esperar mientras Lazarion le pidió un momento para deliberar, retirándose tan rápido como un destello, Ricardo tenia los nervios a flor de piel cuando Lazarion volvió, y empezó a colocarle apresuradamente un casco a Ricardo, un atuendo de protección similar a las que se usan para adiestrar perros y una gran mochila.

  • ¡Oye! ¡¿Qué haces?!
  • Silencio, necesito concentrarme, a ver, las coordenadas eran latitud -33,41270985 y longitud -70,648229, todo listo, ¡te contactare al aterrizar!

Un estallido proveniente de la mochila impulso a Ricardo hacia al cielo como si fuera un cohete, a tal velocidad que el escenario que le rodeaba cambiaba a cada segundo, desde el campo florido, un cielo azul y sin nubes, la vastedad del espacio exterior se hizo corta a una velocidad sin precedentes pero empezó a sentir verdadero pánico cuando empezó a atravesar la atmosfera de la tierra y amenazaba con estrellarse al suelo, cerro sus ojos llorosos y apretó los dientes anticipando un impacto doloroso que termino en silencio.

  • Abre los ojos, fue un éxito- Dijo Lazarion cuya voz retumbaba en la cabeza de Ricardo.

El artista se incorporó lentamente, escucho como sus rodillas crujían al flexionarlas para ponerse de pie, sus manos se sentían más huesudas y pequeñas, las llevo a su rostro, noto más arrugado su rostro y con una pequeña barba en su mentón, aunque estaba desconcertado en medio de la oscuridad de la noche eso no le impidió intentar apreciar su reflejo en un pequeño charco, los ojos le quedaron como platos cuando su reflejo le mostraba un aspecto que le doblaba la edad, retrocedió y se cayó de espalda.

  • ¡Ángel! ¡¿Que sucede aquí?! Me debes explicaci- Grito al cielo a todo pulmón

Sin embargo, tales exclamaciones no atrajeron su luz celestial sino pasos firmes seguidos por la luz de dos linternas, Ricardo rápidamente se oculto entre las lapidas del lugar, una de las cosas que ha aprendido en el desenfreno es que entrar a lugares cerrados a la mitad de la noche es buscar problemas, se quedó quieto atrás de una lápida, se tapó la boca y la nariz para evitar emitir cualquier ruido, cuando dejo de escuchar pasos se asomó discretamente, solo percibió una profunda tiniebla, suspiro pero sintió como alguien sujetaba fuertemente su brazo.

  • ¿No le parece tarde para una visita? – Dijo un robusto guardia de mediana edad mientras su compañero, un joven delgado, apuntaba directamente la luz de su linterna a Ricardo, encandilándolo.
  • Se lo que parece, pero si me permiten explicar.
  • ¡Si va a dar explicaciones también lo hará ante la policía!
  • Ricardo, ¿me escuchas?- Retumbo la voz de Lazarion en su cabeza,
  • ¿Y ahora apareces?, no estoy en posición de hablar- susurro Ricardo mientras era escoltado por ambos guardias a la sala de empleados.
  • Entonces calla y escúchame, cumplí tu petición te llevé al mundo terrenal en un cuerpo temporal.
  • ¿Y tenia que ser un viejo a la mitad de la noche? – Gruño Ricardo tan bajo como la rabia le permitía
  • ¡¿Tienes idea de la suerte que tenemos de encontrar un cuerpo compatible contigo en el mismo país que tu y en una ubicación que te permita llegar a casa?!, era una oportunidad de 1 entre 7900 millones de personas….
  • ¡Ve al grano!
  • ¡Cálmese ahora! – Exigió el guardia mientras torcía el brazo de Ricardo, pero era como si pudiera sentirlo en todo el cuerpo.
  • Ese cuerpo te sirve para interactuar con el mundo mortal, pero no protege tu alma, si te lastiman mucho o mueres de nuevo mientras lo usas tu espíritu desaparecerá para siempre y nadie podrá salvarte.

Ricardo por un momento se sintió vulnerable y desnudo, como una tortuga sin caparazón, pero había vuelto del más allá y no desperdiciaría esta oportunidad, el ángel rápidamente dijo que le ayudaría, pero necesitaba algo de tiempo, según él, los ángeles de alto rango deben ser cuidadosos para al momento de interactuar con el mundo de los vivos ya que su presencia podía alterar la realidad de manera inesperada, como un elefante dibujando en un grano de arroz, cuando llegaron a la sala de empleados el guardia robusto insistió en inspeccionar si Ricardo llevaba consigo un algún objeto metálico o peligroso y que se sentara en una silla al centro de la habitación, el robusto se sentó al lado del artista, bloqueando la única ventana que daba acceso afuera, el delgado se mantuvo de pie, pero estaba apoyado en la entrada observándolo fijamente con el celular en la mano.

  • Bien, ¿Qué tiene que decir? – Pregunto el guardia robusto con un tono imponente.
  • Y-yo, vine a ver a mi mujer, falleció el año pasado.
  • ¿Como se llama? – consulto escépticamente el guardia delgado.
  • ¿Yo?
  • Su esposa.
  • A-Amelia… Cabrera. – respondió combinando dos nombres al azar.
  • La hora de visitas termina a las 19:30 hrs, ¿qué hace acá tan tarde?
  • Di que tienes narcolepsia- le susurro Lazarion
  • ¿Que?
  • ¡Solo hazlo!
  • Me… me diagnosticaron con narcolepsia hace algunos años, debí quedarme dormido de nuevo.
  • ¿Tiene algún documento que lo pruebe?
  • Tu bolsillo. – Señalo el Angel por un breve instante.
  • Mi bolillo, está en el trasero
  • Lo revise, no tenía nada ahí
  • Vuelva a revisar, por favor, le garantizo que está ahí.

Los dos guardias se miraron a los ojos por un momento, el robusto suspiro y insistió que se levantara y diera vuelta, cuando reviso el bolsillo encontró un papel doblado y adentro una tarjeta de identificación, el guardia leyó el papel con atención y luego se lo paso a su compañero.

  • ¿Qué dices?
  • Este diagnóstico médico de narcolepsia es legítimo, es igual al que los entregan en el hospital, incluso reconozco la firma del doctor.
  • La identificación también es real, supongo que le debemos una disculpa señor Hugo, últimamente hay muchos maleantes que se esconden por acá y nos ponemos un poco rudos- se disculpó el guardia robusto en un tono más amable mientras entregaba el diagnostico y la identificación, ambas hechas a nombre de Hugo Cabrera.
  • Le abriré la puerta, también le daré un poco de dinero para un taxi, no es seguro que viaje solo en la noche.
  • G-Gracias, no se preocupe, solo fue un malentendido.

Ricardo salió del cementerio y entro rápidamente al primer taxi que pudo, observaba reflexivamente por la ventana las calles hasta que la voz de Lazarion rezumbo en su cabeza

  • Suficiente intervención por ahora, estaré ocupado por un par de días, tu unión con ese cuerpo solo durara una semana, aprovecha el tiempo.
  • Tranquilo, eres mi cliente y yo nunca decepciono a mis clientes.

Ricardo puso dos de sus dedos en su cuello, no tenía pulso, pero podía recordar como le latía el corazón mientras bajaba del taxi y encontraba frente a su antigua casa la cual parecía iluminada por un aura dorada de los primeros rayos de la mañana, ¿cuánto tiempo habría pasado? No importa, no era momento de sentimentalismos, busco alrededor de la entrada, pero la piedra falsa que solía tener una llave de emergencia ya no estaba, sin embargo aun le quedaba una opción, el muro verde que rodeaba su casa camuflajeada una salida de emergencia que solía utilizar como plan B, una acceso que no le había traicionado antes y que tampoco lo hizo esta vez, desgraciadamente su plan cayo tan fácil como silla de una pata cuando al terminar de atravesar la reja sus ojos se encontraron con los de una mujer que no dudo en redirigir el disparo de la manguera desde el arbusto hasta la cara de Ricardo.

  • ¡Ándate! ¡Ándate antes de que llame a la policía! – Exclamaba mientras buscaba su celular en el bolsillo.
  • ¡Espera!, ¡escúchame primero! Ricardo se quito la chaqueta para protegerse del chorro de agua, el secarse la cara le dio la oportunidad de ver claramente a su atacante, cabello castaño, media melena, robusta y con una marca de quemadura con forma de flecha en el brazo izquierdo.
  • L… ¡¿Laura?! ¡¿Laura Rojas?! ¡Soy yo Ricardo Torres!
  • ¡Cállate y ándate asqueroso! ¡El ya murió! – Grito mientras empezaba a sumar golpes de una rama cercana a Ricardo.
  • ¡Solías llamarme Ricky porque cuando éramos pequeños me atrapaste bailando y cantando en privado canciones de Rick Martin- Los golpes no se detuvieron, pero disminuyeron su intensidad- Cuando estábamos en el colegio en vez de poner atención hacíamos caricaturas sarcásticas de los profes y compañeros, ¡cuando me conseguí de niño unos petardos e iban por estallarme tu me cubriste y protegiste!
  • ¿C-Como es que sabes eso?
  • ¡Porque yo soy Ricardo! – Exclamo mientras la agarraba de los hombros y la miraba a sus ojos.

Los ojos del anciano no titubearon, algo que la mujer no fue capaz de hacer, ella llevo su mano lentamente, saco una libreta y un lápiz que lanzo a Ricardo, el cual las atrapo en el último momento.

  • Cuando me mude tuvimos una pillamada, ahí el me hizo un dibujo que nunca le mostré a nadie, haz el mismo dibujo en esa libreta, sino llamare a la policía.

Ricardo tomo el lápiz y el papel, se sentó y respiro hondo, su agarre firme se sacudió cuando recordó la naturaleza del dibujo, se mordió el labio mientras su mano recreaba la imagen grabada en su memoria, su cara se iba poniendo cada vez más colorada a medida que más avanzaba con el dibujo, un retrato de ambos como niños vinculados por un lazo hecho de lápices y herramientas de dibujo.

Una lagrima cayo en la libreta, Ricardo puso la mano sobre la hoja para protegerlo, observándolo fijamente pregunto en tono solemne.

  • ¿Puedo pasar?

Laura se seco las lagrimas y hizo a un lado a la vez que tiraba la rama, ambos entraron en silencio, cuando entro le fue difícil definir como sentirse al ver su casa tan cambiada, ¿de verdad cambiaba tanto dependiendo del dueño? Su colorida, desordenada y exentica sala de estar llena de sus obras de arte favoritas tanto fabricadas por el como por otros artistas que reconocía, junto con muebles de todo tipo de estilos que había comprado como recuerdos al viajar por distintos países ya sea por trabajo o placer se habían ido, para dar paso a un sobrio pero elegante estilo minimalista que hacia sentir más amplio el espacio, destacando los muebles de madera y sillones blancos, donde ambos tomaron asiento.

  • No esperaba verte aquí.
  • Yo tampoco, ¿qué tan seguido se cola un muerto por tu jardín? – Dijo Laura mientras soltaba una ligera risa nerviosa en un intento de alivianar el momento.
  • ¡Pues se apresuran mucho en dar a alguien por muerto!
  • No tanto, solo seis meses. – Ricardo sintió que se le caía la quijada hasta el suelo, el día del accidente y la charla con el ángel estaba tan vivo en su memoria que con suerte le parecían que habían pasado uno o dos días, sacudió su cabeza buscando recuperar la compostura y siguió escuchando a Laura.
  • Cuando me entere del accidente fui al funeral, ahí me encontré a tus padres, se quedaron con tus obras y los premios que tenias para recordarte e insistieron en venderme esta casa, pensaban que solo un artista podría aprovechar bien la casa de otro artista.
  • ¡¿Entonces mis herramientas siguen acá?!- La mujer asintió mientras que Ricardo sonreía y levantaba los brazos como celebración.
  • De todas formas ¿porque estas como una pasa? ¿Dónde estabas? ¿Acaso alguna de tus amigas con beneficios te hizo la maldición vudú?
  • No, hice un trato con un ángel muy feo y me mando a la tierra en este cuerpo viejo que es compatible con mi alma. – Ambos callaron por un instante.
  • Ponte de pie y intenta tocar la punta de tu nariz con el índice.
  • No estoy ebrio Laura, ¡solo era una broma!, te lo explicare todo con una condición, que me dejes quedarme acá una semana, tengo un cliente que me pidió un trabajo muy muy muy muy muy importante y debo entregarlo en 7 días- Le pidió mirándola a los ojos mordiéndose el interior del labio con el fin de poner llorosos sus ojos.
  • Esta bien, pero quiero toda la verdad Ricky.
  • No me llames Ricky
  • Mi casa, mis reglas Ricky- Dijo riéndose mientras Ricardo gruñía.

Ambos se dirigieron al estudio, era uno de los pocos lugares de la casa que apenas tenia modificaciones, lo que hizo sentir a Ricardo acogido, incluso aunque se viera obligado a crear un pequeño escritorio improvisado, ahí, el artista reunió materiales de referencia, lápices de distintos colores y varios cuadernos, dejando volar su imaginación, Laura de vez en cuando desviaba la mirada para verlo, a veces reía a carcajadas, en otros momento rabiaba y parteaba la esquina de la mesa en frustración pero sus manos no dejaban de dibujar, clasificando los bocetos en dos montones, siempre totalmente inmerso en el proceso, Laura sonrió, antes de volver a enfocarse en lo suyo susurro.

  • Bienvenido de vuelta Ricky.

Llegada el anochecer y con Laura ya dormida, Ricardo inicio con su propia tarea, pero ¿en verdad había alguien que le pudiera ayudar a volver definitivamente al mundo de los vivos? Aquella duda le carcomía, emoción que se intensificaba al estar acostado en el sillón con la mirada perdida, afortunadamente se fijó en que cajón Laura guardaba sus llaves, al menos salir a fuera en búsqueda de ideas podría calmar su ansiedad.

Desafortunadamente las calles residenciales, parques y el comercio de retail no eran fuentes de ideas muy buenas, pero nunca consideraba como perdida buscar soluciones en el fondo de un vaso lleno de alcohol, actitud que apoyaba fuertemente el cantinero del bar, cada vez que Ricardo pedía otro vaso y escuchaba sus quejas de su absurda situación con una sonrisa de cortesía, pero Ricardo le miro con extrañeza cuando noto que le habían servido Whisky en vez de otro short de tequila.

  • Idea de la señorita, caballero.- Indico el cantinero a una bella mujer sentada al extremo de la barra, el artista por un momento se vio fascinado por sus ojos verde claro, figura esbelta bien cuidada y cabello radiante como el oro
  • Siempre me aclara los pensamientos, quizás podríamos tener una tormenta de ideas- Dijo esa mujer sentándose al lado de Ricardo mientras agitaba un vaso idéntico al servido, el artista sonrió coquetamente.
  • Sera todo un placer, señorita…
  • Elie
  • Pues esta ronda y las siguiente van por mi cuenta Elie, salud.

La velada fue adquiriendo una atmosfera cada vez más acogedora, Elie le escuchaba atentamente, pero a medida que iban bebiendo el artista empezaba a hablar más y más incoherencias hasta que le conto la fuente de todo su problema, por un instante su simpática risa fue remplazada por una mirada seria y centrada.

  • Lazarion es despreciable, como se atreve a mancillar la imagen de los ángeles- Dijo la mujer mientras arrugaba el ceño y rechinaba los dientes en tanto Ricardo la observaba con los ojos como platos.
  • Jamás dije su nombre, como es que…- La mujer lo callo elegantemente colocando un dedo sobre sus labios.
  • Y si te lo explico a detalle en mi departamento- susurro ella en un tono cautivador a su oído alejando lentamente su rostro dando la oportunidad a Ricardo de sentir su suave y tersa piel junto con un leve roce de sus labios al final en su mejilla, Ricardo sonrió y pago la cuenta al instante.

Ricardo siguió a Elie en al piso donde vivía, la caminata le dio una oportunidad de poner sus pensamientos en orden, no la situación podía ser más de lo que aparentaba, desde una estafadora hasta algo que superara su comprensión, “no puedo bajar la guardia”, el repetía esta frase una y otra vez como si fuera un mantra hasta que entraron a su departamento, cuando la mujer le pidió un momento para ponerse cómoda quitándose la blusa que usaba, revelando en atractivo de su cuerpo de espaldas, Ricardo intensifico su mantra en su mente pero en un sentido mucho más perverso, después de todo, sentía que era vergonzoso tener mal rendimiento en la alcoba solo por su nuevo cuerpo, pero una vez más la mujer le robaba las palabras cuando dos alas blancas rodeadas por un aura dorada emergerieron de la espalda de Elie, eso le hizo titubear y antes de que lo notara un liquido dulce estaba rozando sus labios.

  • Tranquilo, es solo un brebaje para eliminar las toxinas, perfecto para la embriaguez- dijo sonriendo, después de haberse colocado un chaleco con un espacio abierto en sus alas para desplegarlas cómodamente- Te debo una explicación pasa.

Ricardo se sentó en la mesa frente a ella y bebió el líquido, su sabor era similar a una limonada, cuando termino no se sentía mareado y cálido, como si jamás hubiera bebido, era lo mejor que le podría haber dado en ese momento, no tenía la intensión de ignorar nada de lo que diga:

  • Iré directo al grano, Lazarion no es un ángel, yo lo soy.
  • Se que no él lo parece, pero ¿en qué te basas? – pregunto Ricardo intrigado.
  • Piénsalo un poco, la gente siempre nos ha representado como seres humanoides alados y la razón es simplemente por que somos así, esa es la forma que siempre hemos tenido, con la que nos hemos presentado para cumplir nuestro deber a lo largo de la historia, además solo los seres humanos de corazón bueno y bondadoso entran en el cielo, ¿crees que tales personas no sabrían ver más allá de las apariencias y evaluarían a alguien por su personalidad y que un ángel, un ser más puro también sería capaz de algo así?
  • ¿Y si en vez de tu atractiva figura fueras un ser deforme, lleno de protuberancias, calva y esquelética? Pregunto Ricardo de forma certera, algo irritado por el breve aire de superioridad que entre dejó ver la mujer por un instante.
  • Seguiría cumpliendo con mi deber sin rechistar, aun así, la buena presencia siempre es útil para llamar la atención, ¿superficial? Si, pero bueno, así son los humanos.
  • Ese espacio florido… Lazarion dijo que era parte del Edén, ¿Cómo podría un demonio acceder a un lugar santo?
  • ¿Hablas de este?

De repente el escenario cambio a ese bello campo florido, Ricardo no lo podía creer, la humedad de la tierra bajo sus pies, aquella esencia primaveral en el aire, el acogedor brillo del sol que destacaba en un cielo inmaculado, rápidamente el escenario cambio de nuevo, esta vez al corazón de la ciudad, tan rápidamente como uno cambia de canal en la televisión le mostro además el océano, las oficinas de la NASA, el interior del bar donde estaban y finalmente volver al departamento, para luego sacar de su bolsillo un pequeño cristal que cambiaba de color cada vez que cambiaba el lugar.

  • Esta es una herramienta que permite mostrar proyecciones de distintos lugares del plano terrenal y espiritual, los ángeles lo usan para mostrar visiones a los humanos, por desgracia de vez en cuando son robadas por demonios u otros indeseables, otro crimen por el que debe ser castigado.

Ricardo empezó a temblar, sus ilusiones empezaban a hacerse añicos segundos tras segundo, el trato ya no tenía valor, ¿acaso ya no era más que un alma en pena? Estaba afligido y le inundaba el deseo de gritar a todo pulmón, hasta que sintió como la cálida Elie le sujetaba de manera acogedora.

  • Tranquilo, solo eres otra víctima, ese demonio podrá haberte mentido, pero incluso es su discurso hay una verdad, aquellos que sirven al cielo son recompensados, ayúdame a eliminarlo y vere que se haga- Estas sencillas palabras fueron la cuerda que le rescato del abismo.
  • ¿Para ir al paraíso?
  • Para caminar entre los vivos, como siempre lo has hecho y siendo tú mismo en todo sentido.
  • ¿Qué debo hacer?
  • Lo que te pidió, pero…

Ricardo emprendió el camino a casa con decisión, sin dejar de recordar sus sencillas pero indispensables instrucciones, era esencial que llegara pronto a casa para recoger la herramienta que Elie le había enviado ahí, en un paquete con un listón blanco según ella, desafortunadamente estaba forzado a caminar debido a que se gastó el dinero que había encontrado en el bar, pero no era momento de quejas, al momento de llegar Laura ya le estaba esperando hecha una fiera.

  • ¡¿Dónde estabas?! ¿Cómo te atreves a robarte mis llaves y robarme?!
  • ¡No hice nada malo! ¡Solo tuve que salir un poco por negocios!, respecto al dinero, puedo pagarte con alguna ilustración original, valdrá más que los pocos billetes que me haya llevado
  • Ese siempre ha sido tu problema Ricky, ¡piensas que todo lo que haces vale oro cuando muchas de tus obras me parecen basura!
  • ¡¿Como te atreves?! Soy reconocido mun….
  • Bla bla bla, ¡me da igual! Como compensación me quedo con esto- A Ricardo casi se le paro el corazón cuando vio que ella tenía el paquete que estaba esperando con su nombre como destinatario.
  • Ok, ok perdón, ¡no lo volveré a hacer jamás y te devolveré hasta el último billete, pero devuélveme eso! – Exclamo mientras se lanzaba hacia ella, pero su viejo cuerpo rápidamente cedió a un empujón hecho por toda la fuerza de Laura.
  • Tengo que salir, ¡vuelve a intentar algo así y te hecho de acá a patadas! – Amenazo mientras cerraba la puerta de un portazo.

Ricardo intento seguirla, pero ella había cerrado con llave la puerta las puertas y ventanas, Ricardo soltó un grito de rabia y luego se calmó paulatinamente, ella regresaría en algún momento y tendría otras oportunidades.

Laura llego en la tarde con una enorme sonrisa, los trabajos que entrego a sus clientes tuvieron un gran recibimiento y los bosquejos que dibujo frente a ellos los dejaron maravillados, desde que uso las herramientas que estaban en el paquete de Ricardo todo estaba saliendo a pedir de boca, un pincel y un lápiz de un color blanco como la nieve, utilizándolos rápidamente empezó a hacerse más conocida y recibir cada vez mas trabajo cada día, Ricardo intento tomarlos pero para el era como tocar un espejismo, sus manos los atravesaban como si fuera un fantasma.

Ricardo decidió tomar medidas, su desesperación le hizo volver sobre sus pasos hacia el departamento o de Elie, pero a medida que se acercaba un sonido alambrearte se hacía cada vez más fuerte, acompañado de una nube de polvo y los gritos de obreros que preparaban los cimientos del edificio

– Oiga, ¿y los departamentos que estaban acá?

– En dos años caballero, cuatro si les va mal con los permisos y indefinido si no nos pagan- respondió el obrero, riéndose de su propio chiste mientras se secaba la frente.

– No, me refería a los que estaban acá, hace unos días.

– Hace dos meses que estamos construyendo y antes de eso este lugar era un vertedero, ahora váyase, ¡acá solo admiten trabajadores!

Aquello le cayó como una bomba, empezó a sudar frio y lo único que medianamente lo distraía era un diseño que había encontrado prometedor y que empezaba a consolidarse en su cabeza, de repente escucho como se abría la puerta, Laura había regresado, sonreía de oreja a oreja pero a qué precio, tambaleaba, estaba pálida, sus ojos carecían de brillo y parecía desnutrida, Ricardo le ofreció apoyarse en él y la sentó en el sillón pero cuando volvió la vio vomitar un líquido negro y denso como el alquitrán, nadie marco tan rápido a una ambulancia como él.

El doctor estaba pasmado, a pesar de que sus exámenes no reportaban nada extraño Laura se debilitaba cada vez más, la vida se le escapaba como agua entre las manos, Ricardo reconocía los síntomas de la fatiga, varias veces la experimento en su carrera y esto lo superaba por mucho, intento informarle sobre el liquido negro pero no le creyó debido a que tal síntoma no concordaba con el resultado de los exámenes, se vio obligado a irse al terminar el horario de visitas, subió a un taxi con el deseo de gritar pero se conformaba con patear continuamente el asiento del copiloto.

  • ¿Acaso olvidaste que la ira es un pecado? – comento la taxista en un tono firme, Ricardo reconoció su voz inmediatamente.
  • ¡Elie! ¡Que alegría! No puedo usar el lap… quiero decir, algo le pasa a Laura, esta muy mal desde que empezó a usar las herramientas, puedes…
  • Estoy enterada- dejo tajantemente- es decepcionante que no te toque a ti.
  • ¿De que hablas? ¡Explícate!
  • Supongo que puedo hacerlo, considéralo tu último deseo.

Las puertas se cerraron herméticamente, todo el vehículo comenzó a hervir y el cuello de la mujer giro en 360 grados mientras su rostro se deformaba, sus pupilas empezaron a volverse totalmente negras, sus dientes crecieron hasta convertirse en desproporcionados y afilados colmillos en una boca repugnante y babeante que se extendía de oreja a oreja mientras que protuberancias asquerosas y deformes surgían de su cabeza mientras conducía velocidad endemoniada.

  • Ese lápiz y pincel están malditos, inspira y da gran habilidad artística alimentándose del alma de su dueño, por otro lado, las obras generadas con ellos corrompen a cualquiera que sea pintado con ellas, mi plan era que las usaras para que lo convirtieras en un ángel caído y destruirte en el proceso. – Explico con una mueca de arrogancia.
  • Pero…. ¿por qué?
  • ¡Por que era una idea brillante, una poderosa adición a nuestras filas y destrozar a un humano en el proceso! ¡por Satán! ¡Hasta veía venir mi asenso a archidemonio!

El taxi iba tan rápido que Ricardo solo alcanzaba a notar vagamente los colores y siluetas de los vehículos, edificios y personas las cuales intentaban buscaban quitarse del camino del vehículo endemoniado, pero lo que en verdad le puso la piel de gallina fue cuando vio cómo se dirigían a estrellarse directamente con una gasolinera.

  • ¡Espera, nadie saldrá ileso de esta!
  • Habla por ti, para mí esto es una brisa, pero tú, wow, ¡ya quiero verte volar en pedazos!

Las fuertes carcajadas del demonio hundían cada vez más a Ricardo en la desesperación, sollozaba golpeando con sus escasas fuerzas las ventanas, cuyo ardiente brillo ámbar solo calcinaba su carne con cada toque, siendo lo ultimo que vio antes de que un atronador estallido liberara un mar de llamas que consumió todo a su alrededor, Ricardo sentía como su existencia empezaba a desvanecerse, siendo devorada por el fuego, se sorprendió al ver la Lazarion a modo de testigo.

  • Existe un dicho en el cielo: puedes sacar al pecador del infierno, pero no al infierno de pecador, – dijo en tono severo y de desprecio- piérdete en la nada.
  • Lo… imagine- contesto Ricardo, sentía como si tuviera que pagar con su vida cada letra que salía de su boca, se alegro de considerar la suya de alto valor.
  • Respecto a tu nuevo amigo- Lazarion mostro al demonio, completamente restringido por cadenas blancas desde la boca hasta los pies- se acabo para el- las cadenas empezaron a brillar envoviendo al demonio, cuando termino de emitir su brillo ya no quedaba rastro de el.
  • El…. diseño.
  • No importa, el trato esta anulado, nadie que conspire con demonios merece el paraíso.
  • Bien… por que si no lo estuviera… no podría pedir esto.

La voz del artista, ahogada por el pánico exterior y su falta de fuerza fue deducida a un susurro insignificante pero los ojos de Lazarion estaban completamente fijos en él, Ricardo rogo, no sabe si a Dios, al universo, la luz o al concepto del bien en si mismo, ya no le importaba solo era relevante la respuesta del ángel, la cual no pudo escuchar antes de enfrentar el final.

Que un insecto revolotee alrededor de la nariz es lo único que se necesita para estornudar, en especial cuando eres alérgico como Ricardo, se restregó la nariz mientras levantaba sus parpados aun pesados como si hubiera tenido un sueño muy pesado, pero podía abrirlos lo suficiente para apreciar la pacífica pradera verde que se extendía ante él, la brisa era fresca, libre del toxico humo, inmediatamente empezó a revisar su cuerpo, no habían señales de quemaduras y se sentía mucho menos arrugado y frágil, ¡había recuperado su aspecto original!, desorientado observaba a su alrededor cuando escucho.

  • Me alegra verte despierto hijo mío.

Ricardo se volteo hacia la voz que hablaba en un tono suave y bondadoso, Ricardo carecía de palabras, era como ver al universo hecho persona, aquella silueta parada frente a él era como una ventana al cosmos, tenia una presencia profunda y serena, instintivamente sabía quién era ese ser tan absoluto y se arrodillo ante tal magnánima figura.

  • No es necesario arrodillarse hijo mío, vamos a la sombra de ese árbol y conversemos- sugirió Dios agachándose y ofreciéndole la mano para ayudarlo a levantarse y caminar juntos.

Ambos tomaron asiento bajo la cómoda y extensa sobra de un gran árbol, ahí Ricardo trago saliva y se atrevió a preguntar.

  • ¿Porque estoy acá? Lazarion me dijo que ese viejo cuerpo no protegía mi alma y se sintió demasiado real para ser un sueño.
  • Fue real, actúe en el ultimo momento antes de que tu alma de desvaneciera, me tome un tiempo para restaurarte, que yo pueda hacer muchas cosas no significa que no vaya a hacerlas con el cuidado correspondiente- contesto relajadamente mientras se recostaba en el troco, ahora estarás pensando ¿Por qué lo hice?

A Ricardo le dieron escalofríos, miro el paisaje mientras empezaba a sudar frio, un parte de él quería taparse los oídos y hacerse el tonto, otra quería escucharlo a como dé lugar, respiro hondo por un instante y decidió seguir el segundo impulso.

  • Hay un dicho que me gusta mucho de los humanos “nunca es tarde para hacer lo correcto”, un refrán que nació por el firme deseo de las personas de retomar el buen camino, viviste por mucho tiempo solo para ti pero estuviste dispuesto a darlo todo por alguien más sin buscar nada a cambio, pensé que merecías algo mejor.
  • ¿Y Laura?
  • Mejor pregúntale a él. – Indico Dios señalando el cielo.
  • No puedo creerlo.

Una enorme esfera de luz empezó a bajar desde el cielo, que emitía un brillo intenso y inmaculado, el artista lo reconoció al instante en el momento en que aquel brillo revelaba a Lazarion, Ricardo no pudo evitar que se le escapara una risita traviesa cuando noto que Lazarion había adoptado el aspecto que había formado para él, a simple vista no aprecia haber cambiado mucho, pero ahora tenia una forma mucho mas suave, como si fuera una bola de estambre, suave y esponjada, la cual dejaba caer involuntariamente un poco de su hilo al suelo, lo cual era una cosa con el cual todo tipo de animales domésticos les encantaba jugar.

  • Ella esta bien, acaba de salir del hospital y esta haciendo prosperar su carrera por si misma- contesto irritadamente.
  • ¿No te agrada?
  • ¡¿Tu qué crees?! ¡Estos animales no dejan de seguirme!
  • ¡Pero te adoran! Solo mira lo felices que se ponen.
  • Y no solo eso, observa- Indico Dios

Lazarion fijo sus ojos en la dirección señalada, ahí un niño pequeño acariciaba a unos perros y gatos dirigió su vista al ángel.

  • ¿Puedo jugar con los animales?
  • Ah… ehh. Si, claro- respondió el ángel un poco estupefacto.
  • ¿Me gusta balancearme en su cola señor, podría venir con mis amigos y jugar todos juntos?
  • P.. Podría. ¿Jugar yo también? – pregunto Lazarion con la voz entrecortada

El niño sonrió y asintió, los ojos del ángel brillaron como rubies recién pulidos, Ricardo sonriera a modo de victoria, otro cliente satisfecho… quizás el ultimo.

  • No será el último, cooperar con demonios sigue siendo algo malo, ¿estas dispuesto a trabajar para mí?, ya conoces nuestra política. – dijo mientras le ofrecía un lápiz y papel.

Ricardo sonrió, estaba listo para comenzar a trabajar y cuando volviera lo primero que haría seria cumplir con Laura su promesa mientras le invitaba la cena.

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