-¿No crees que sería extraordinario quedarnos así para siempre? -sonreí mientras miraba fijamente sus ojos color café, como el aroma que envolvía el ambiente. 

Por fin le tenía, otra vez, delante de mí y a un palmo de distancia. No pude evitar apoyar mis manos sobre su mandíbula y deslizarlas luego hacia atrás, rodeando su cabeza entera hasta encontrar ese lugar donde mis dedos se pierden entre su pelo. Cerrando mis puños con una mezcla de deseo y dulzura, sin apartar ni por un segundo mi mirada de la suya y sujetándole firme, es cuando avanzo mi pecho hasta dejarlo reposar conveniente sobre el suyo, para finalmente poder rozar mis labios con los de él, por primera vez ese día. 


-¿Se te ocurre una mejor manera de comenzar la tarde? – volví a sonreírle a ese completo desconocido que literalmente me come con sus ojos y que, al menos durante el inmensurable tiempo que permanecemos juntos, me hace sentir única y especial. Un desconocido que me observa con deseo (y algo más que aún no sé etiquetar). 


Adoro alternar mi vista entre sus ojos y sus labios, no quiero perder la oportunidad de grabar cada mínimo detalle suyo entre mis recuerdos. Le escaneo como lo haría un robot para guardar un mapa completo de su ser. Los sensores son mis ojos entreabiertos, mis manos inquietas y mi cuerpo curvandose para rozar cualquier espacio alcanzable del suyo. Lo descubro así cada día como si fuera el primero. 

Mientras él se regodea dichoso, en cada paso que hemos dado hasta llegar a este punto. Yo, desde el rincón más remoto de mi mente, sigo deseando que nos quedemos así para siempre, omitiendo todo excepto el hecho de que él y yo estemos aquí, convertidos en una sola silueta, desde nuestro rincón favorito. Y cuando pestañeo para volverlo a contemplar, una vez más siento que soy capaz de ver a través de él, y esa, esa sigue siendo la mejor sensación de todas.


Somos dos extraños que comparten un fragmento de su día para sentir la seguridad de perderse con ese alguien que quiere lo mismo que el otro. Nuestros caminos se cruzaron y ahora parecen seguir hacia delante, tocándose en cada salida que aparezca. 

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