Te dejé en mi jarrón una mañana,
fresca y hermosa flor de campo.
Te dejé en mi jarrón llamado corazón
soplando miles de aromas a amor.
Con tus colores vivos reflejando cariño.
Esa mañana me la pasé contemplando tu belleza.
Acariciando cada uno de tus pétalos con bastante delicadeza.
Puse agua de esperanza en la base del corazón y dejé que florezcas.
Abriste tus pétalos y expusiste tu alma.
Me la entregaste durante un breve tiempo.
Me acompañaste doce mañanas,
contemplando el alba renaciente.
Vi como cayó el primero de tus pétalos,
bailando en vaivén hacia la mesa.
Languidece flor marchita en el jarrón de mi corazón.
Y mantente viva en los campos de mis recuerdos.
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