Hoy maté a un hombre.
El cuchillo hundido en su pecho
penetró su corazón sufrido de mil traiciones.
Mi traición.
Poco a poco
se van los gemidos de dolor.
Escupiendo el sabor
a angustia y tortura.
De sus ojos
brotaban lágrimas,
que por las mejillas se deslizaban,
leyéndose “engaño” y “miedo”
por donde vieses.
Mientras se desvanecía
su característico color verde
junto a su alma acongojada
y envenenada de pasado.
Hoy maté a un hombre.
Que en mis brazos
cayó la sangre caliente
de aquel cuerpo casi sin energía.
Un cuerpo que cargaba
las cicatrices de una vida
y el desgaste del tiempo.
Porto una sonrisa maliciosa,
como si mi venganza estuviera concluida.
Mientras su cuerpo en mis garras
fenece como pétalo de flor.
Bastó entonces
una palabra,
que parecía haberme devuelto
la puñalada.
“Lo siento”
Recuperando la cordura
de mis acciones.
Dejando la ceguera de ira
que invadió mi cuerpo.
Cuerpo que ahora ve morir a un hombre.
El cual yacía casi inerte,
cuyo único pecado
fue preferir a otra persona.
Hoy maté a un hombre,
el cual amo.
Y ahora mis lágrimas frías,
llenas de arrepentimiento y melancolía,
caen sobre su cadáver
despojado de su alma.
Alma que ahora
debe estar deambulando,
confundida.
Observando a la mujer que amó,
pero no tanto como ella quisiera,
sosteniendo en brazos lo que queda de él.
Hoy maté a dos personas.
Una la cual no lo merecía,
Otra que merecía la muerte
mas nunca un amor.
Autor: Carax
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