El ruido del silencio.

Entonces…

Muere el bullicio.

Las aves esconden sus cantos.

Los vecinos amordazan sus chismes.

Los automóviles enmudecen sus claxóns.

¡Abrid las puertas!

Grita alguien, pero no se sabe quién.

La voz de la ciudad se torna en un soplo añil

Dirigiéndose al vespertino cielo.

Oscilando entre el silencioso viento,

transforma el aura en un Pájaro Campanero.

Perdiéndose en el moribundo atardecer.

Robándose con él

Miles de saludos y despedidas.

Millones de carcajadas producto de la alegría.

La vida que te da un

“Te amo” o un “Te quiero”.

¡Dadle pase!

El lóbrego arrebata los cielos.

Un carruaje, con un par de caballos tirando de ella,

descienden lenta y gallardamente.

Trompetas de pensamientos resuenan en mi cabeza.

Haciéndome subir al tren de los recuerdos olvidados.

Escuchando las voces de personas muertas

entre los pasajeros.

Contemplando el campo de escenarios cosechados por mi pasado

y otros tantos concebidos de la propia fantasía.

Un ente de cuerpo de vapor, apenas visible, baja del carruaje.

Portando una túnica color azabache,

que arrastraba por las calles.

Reflejando melancolía y soledad para unos.

Sosiego y paz para otros.

Denle la bienvenida todos…

Al soberano silencio.