Capítulo 3: Una sorpresa hecha animal

Bueno comencemos porque don Sebastian logro dañar al famoso perro que hasta ahora les cuento, lejos del auto por suerte no le hizo nada malo, ese perro es duro pensé, se bajó del auto fiat negro y vino donde estaba el perro tendido lamentándose en el suelo y me dijo nervioso:

Anda a avisarle a la isabel para que llame a un veterinario— ahora!!

el estado de perro eran unas heridas superficiales y en el cráneo, pero pequeñas lo dejo aturdido en el suelo, todos sabíamos que ese golpe no era suficiente para matarlo

y yo corrí, al encontrarme con ella y le comente, ella sorprendida corrió al lugar del accidente y  llamó a un veterinario que vino después de media hora, bastante poco tomamos entre todos el gran perro, pesaba tanto.. para decirlo era la mitad de mi, bestial observaba como de una vez estaba dormido o DORMIDA!! era perra!! sorprendido con mi descubrimiento seguiamos viendo donde dejarla, al final coincidimos en ponerla sobre diario en una gran mesa afuera de la casa acostada ocupaba la mayor parte, inconsciente comenze que vendria despues de esto y llamaron a la puerta, el timbre sonaba sin parar 

ojala no sea ese tipo… —nadie noto mi cara de desagrado por supuesto, si en algo era bueno desde ahora era ocultando mis sentimientos, no deseo que nadie salga mal de esto 

yo abriré señora!— grité desde el jardín y sin sacarme mi delantal le abrí, allí estaba seguro, era lo mas obvio

¿¿quién es??—pregunté en voz alta

¡¡la luz!!— me respondió al mismo tono 

ay que alivio..— suspire

puedo pasar?— dijo rezongando desde la puerta

si, pase y use mis llaves para abrirlo, era el mismo tipo de siempre, pero tenía otra aura, se veía nervioso, raro, llegó a anotar unos números y se fue, pero antes de hacerlo me dijo:

Ten cuidado que ya vendrán por el perro, me dijo que se llamaba Roxy, cuidala, recuerda que si le pasa algo, a ti te caerá ya sabes quien…  su rostro se volvió otro y su voz ronca y profunda, con las cosas que había pasado seguía con mis pelos de punta, es que habría algo en este dia que me dejara de recordar eso?? 

vale señor yo no suelo actuar por instinto, pero le diré una cosa, si solo viene a espiar por parte de el le juró que nunca más le abrirá esta puerta, no lo digo por mi, si no por los que viven aquí—

con miedo asintió con la cabeza y se despidió cordial como siempre lo hacía

el silencio otorga— (más que nunca tendré que estar alerta) de todos los que se puedan estar dejando manipular por estos desgraciados

Señor sandro venga para acá! necesitamos que cuide bien a esta perra, por dos semanas

es tu perra Sandro? le pregunto arrepentido Sebastian

diablos que le digo?….. pensé nervioso por unos segundos, mientras todos me miraban, queria saber que pensaban de mí, me estaba sintiendo cada vez más asolado, más incomprendido, respondí

sí, supongo que por dos semanas lo sera—

Pero la adoptaste tu?— momento tenso

si, perdon don sebastian—

me lo hubiera dicho, no hay ningún problema por lo menos lo que sane, no? Isabel—

si, no hay problema eso si despues se va eh?— me miro fijo desde la silla que ocupaba, el veterinario se despidió cordial y quedamos los de siempre

como se llama el perro?— me pregunto curioso y serio como siempre era

Roxy.. titubeo rápido— se llama Roxy don— resuelto un problema era cosa de cuidarla, rápido la deje en un colchón que le habíamos dispuesto en el jardín

Me miraba ahora más contenta, ¿será este un perro adiestrado de los que tenian alla? y fui a buscarle comida del gato que vivía con nosotros, lo siento muñeca tendré que robarte un poco, que vendría ahora? que podría empeorar? volví a la casa que teníamos al lado donde yo dormía, dos pisos llegabas a una pequeña pendiente donde te encuentras con un horno de barro y al lado una ventana grande y la puerta, era perfecta para una persona sola como yo, el perro como pudo vino a mi puerta, en ese momento Roxy llega a mi puerta con carita de arrepentida sus orejas caídas y ojos llorosos  y me enternece el corazón, me agacho a acariciarla, no hagas esto que me podría encariñar contigo, perra mala, me dice con su mirada de saber todo y comprenderme:

Ten cuidado Sandro— al fin de cuentas ningún animal es malo vale debemos hacerte una casita de acogida y tome sus cuatro patitas para ponerla en mi sillón de lana rojo

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