Ese día me levanté a las 4:00 am, la cabeza me giraba, el cuerpo no respondía, pero la voluntad me sobraba, pues yo no tenía la culpa de aquel sueño raro de ayer. Mi madre ya se había levantado mucho más antes que yo, mi padre no se encontraba en casa, había salido a comprar los productos para vender en el mercado y mis hermanos pequeños seguían durmiendo, que envidia les tengo.

        Cuando una persona realiza un trabajo que rápido pasa el tiempo, antes de darme cuenta, el reloj marcaba las 5:34 am, el canto de las aves avisaba la llegada de los primeros rayos del sol, el movimiento de las hojas denotaba una melodía creada por el viento y ahí estaba yo, sentado observando aquel privilegio que tenía frente a mis ojos. Esa mañana era muy fresca, era un sábado perfecto para salir a correr, pero me conformaba con contemplar aquella bella mañana, además no tenía el lujo de desperdiciar mi tiempo corriendo por aquella autopista similar a una serpiente al ataque. 

     – ¡Hey, ayúdame a llevar estas cosas al mercado ¡- me dijo mi madre apuradamente, pues obedecí gustosamente, el reloj marcaba las 5:49 am, ya nos habíamos retrasado mucho, pues emprendimos la marcha. El mercado era un lugar muy aburrido para mí, la gente pasaba y repasaba incontables veces, ahora esa fresca mañana se convertía en un día infernal para todos, mi madre no se aburría de nada, se inmutaba ante ese mar de personas y ese desierto de frescura, al fin y al cabo, vivíamos del mercado. Ahora que lento pasa el tiempo cuando no se hace nada, el reloj marcaba las 8:13 am y no veía la hora en que llegara el mediodía para volver a casa. El aburrimiento me mataba, miraba por aquí por allá y nada me distraía, hasta que pasó lo menos impensado, llegó ella…. Estaba con un sombrero de ala ancha y un encantador vestido, ustedes ya se imaginarán. 

        Estaba con su madre, una señora de piel blanca y de contextura gruesa, creo que su esposo había fallecido unos años antes. También recuerdo muy bien ese día, fue la primera vez que la miré de cerca, aunque no sé si ella se dio cuenta que estaba ahí sentado contemplándola, como el mar a la luna. En esos recordé aquel sueño raro de ayer, tan solo pensé por unos cuantos segundos que fuese realidad, de sentir esos labios de alguna u otra forma, claro ello involucra al beso accidental; luego ella se fue sumergiendo poco a poco en ese mar de personas, pero ese bello rostro y esos hermosos ojos se quedaron a convivir con mi aburrimiento toda esa mañana.

         Llegó la tarde, aquellos rayos infernales ahora se convertían en unos débiles rayos que apenas se reflejaban en los espejos de las motos y automóviles de la autopista, mis padres siempre estaban ocupados haciendo alguna cosa en la casa, ellos nunca descansaban durante el día, ello con el fin de brindarme un poco de tiempo para disfrutar la tarde junto a mis hermanos, aunque yo prefería estar con mis amigos jugando futbol. 

          Mi amigo el de la casa de ladrillos siempre me llamaba a jugar, aunque la mayoría de veces accedía, esa vez no tenía ganas de nada, solo quería quedarme sentado toda la tarde en esa silla vieja de madera esperando a que ella volviera a pasar, eran las 5:21pm y ella nunca pasaba, mis hermanos estaban jugando por la vuelta de la esquina, era un lugar donde se reunían a jugar muchas cosas, desde la vereda escuchaba los gritos de diversión de mis amigos, quizá estaban jugando fútbol, quizá voleibol o simplemente estaban reunidos hablando sobre cualquier tema, pero yo insistía en que ella pasaría por aquella vereda, y así la contemplaría de nuevo. Luego no aguanté el aburrimiento y me dirigía a jugar con mis amigos, quizá en otra oportunidad la volvería a ver, me acerqué al campo de juego y grande fue mi sorpresa que ella estaba jugando ahí con mis amigos, pues el equipo ya estaba completo, y no había lugar para uno más, volví a mi casa arrepentido…

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