Me encanta verte dormida. Luces angelical. Me siento a tu lado a contemplarte. Tu tez clara, mejillas rosas, oscuros cabellos, tus labios rojos. Eres bella. Sólo te falta abrir los ojos para que brilles en todo tu esplendor, mi diosa. Más que mi amor eres mi deidad. Te beso en la mejilla con cuidado para no despertarte. Debo salir, nos vemos más tarde.

Regreso y aún estás dormida. Descuida, mi bella durmiente, sueña todo lo que quieras. Eres mi reina, puedes hacer lo que te plazca. Me echo a tu lado y te sigo contemplando. Qué felices somos. Uno para el otro. Te doy todo lo que quieres y tú me correspondes. No puede ser mejor. Pronto me uno a tu sueño.

Al día siguiente, despierto tarde y sigues dormida. No te preocupes, sigue descansando, mi amada. De nuevo saldré, pero no te apenes, regresaré pronto.

Al volver, aún duermes. No importa, es lo que elegimos: yo ser el soñador y tú mi sueño. Tú la bella durmiente y yo tu héroe. Sin embargo, pese a haberte hallado, ¿cuándo despertarás? Quizás no debí darte tantos somníferos. Ahora duermes para siempre, pero soy feliz, porque nunca más te irás de mi lado, mi princesa de cuentos de hadas. Quizás más que tu héroe, sea tu dragón cuidador.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS