Jorge estaba enamorado de Luz, siempre lo había estado, la amaba y la observaba entre las sombras, con el miedo a acercarse a la bella muchacha.

La conoció un otoño, ella le sonrió mientras le tendía su pedido del Burger King, “gracias por su visita” fue la frase que le dijo, y en ese mismo instante supo que esa chica debía de ser suya. Fue durante varios días al mismo lugar, observando a la bella chica desde la distancia, analizando cada movimiento, le encantaba aquella rubia.

No supo su nombre hasta una semana después, Luz, el nombre le pegaba, ella era su luz, ella era su todo, su pelo dorado le caía en bellos bucles sobre una coleta mal hecha, y sus ojos desprendían vida, se relamió los labios y la sacó otra foto, tenía el carrete lleno con fotos de aquella bella mujer, y cada noche las volvía a ver y sentía como su cuerpo ardía en lujuria, así que se desabotonó el pantalón y empezó a complacerse pensando en su bella Luz.

Dos semanas después empezó a seguirla con sigilo, se escondía entre esquina y esquina y veía cómo la joven vivía su día a día, los lunes después de trabajar iba al gimnasio, los martes a natación, los miércoles iba directa a su casa, los jueves se quedaba dos horas seguidas en la biblioteca, los viernes quedaba con sus amigas y el fin de semana solía quedarse en su casa.

Dos meses después se compró el apartamento del piso de al lado del de Luz, con unas vistas maravillosas hacia su apartamento, y cuando ella salía escalaba el árbol que los separaba y entraba en su habitación, algunas veces le robaba la ropa interior, otras se masturbaba en su cama y en el más raro de los casos se ponía su ropa. No fue hasta principios de diciembre cuando la obsesión con Luz rozó la locura, entró en su habitación en plena noche, y se quedó observándola en una esquina, ella era tan bella… Se relamió los labios y se toco su miembro durante un rato, se quedó toda la noche observándola, sacando fotos de su belleza mientras dormía, su pelo rubio se veía hermoso iluminado por la luna, cogió unas tijeras y le cortó un mechón, después desapareció por el umbral de la ventana, esperando a la siguiente noche para hacer lo mismo. Las noches pasaban, y con ellas su obsesión con la chica crecía, quizás era esa belleza tan arrolladora que parecía emanar de ella, o quizás era esa obsesión insana que tenía con hacer a la joven suya.

La obsesión de Jorge ya había pasado la línea, hacía meses que la había pasado, las escabullidas al cuarto de Luz cuando ella dormía, la colección de bragas de la chica que guardaba en su cómoda, las carpetas con fotos de la bella rubia en su ordenador, las horas y días que la seguía de un lado a otro, tenía controlado cada paso que daba la muchacha, su obsesión se tornó enfermiza.

Jorge estaba loco, loco de amor, loco por poder hacer a Luz, la bella chica que había conocido meses atrás, suya, solo suya. Pero no fue hasta mediados de marzo cuando las cosas dieron un giro estrepitoso, en el trabajo de Luz habían contratado a un nuevo empleado, Marco, un chico de tez morena y alto que rondaba la misma edad de Luz y que fijó sus ojos en ella desde el primer momento, y parece que a ella le pasó lo mismo. Los compañeros empezaron a hacerse cada vez más y más cercanos y a Jorge eso no le gustó, la sangre le hervía y sentía una sed insaciable de venganza hacia aquel chico, pero todo explotó cuando vio que la besaba, algo dentro de él se rompió, solo veía de color rojo, sus ojos empañados en ira pura y su corazón ardiendo le pedían a gritos que hiciese algo, así que esa noche no siguió a Luz, como usualmente había hecho desde que la conoció, esa noche siguió a Marco. El desgarbado andar del chico le hacía increíblemente más atractivo, tenía una ligera sonrisa en el rostro, una sonrisa que deseaba eliminar de su cara, cada vez la ira le iba aumentando más y más, el poco juicio que le quedaba se nublaba con las ganas de venganza, así que sacó del bolsillo interior de su cazadora la navaja suiza que siempre llevaba encima y acorraló al pobre chico en una esquina. Marco era un chico fuerte, pero Jorge años atrás había practicado boxeo y lucha libre, así que no fue muy difícil inmovilizarlo, no dijo nada, solo dibujó una macabra sonrisa en su rostro y antes de clavar la navaja en la yugular, le cortó los labios, se los arrancó de la cara, para después proceder a clavar una decena de navajazos por todo el cuerpo, descargando toda su furia, descargando todo su dolor. Luz era suya, y todo el mundo tenía que enterarse de ello.

Durante las semanas siguientes nadie supo nada de Marco, Luz se sentía triste y desdichada, y el corazón de Jorge se arrugó, pero él ya estaba trastocado, sus manos estaban manchadas de sangre, no había marcha atrás y tampoco hubo mucho remordimientos, se alegraba de que aquel chico estuviese muerto, se alegraba de haberle matado, pero quería que su Luz sonriera, así que sacó de la nevera los labios, ahora de un color morado que le arrancó a Marco, los metió en una caja adornada con un lazo dorado, y encima, una tarjeta “para que beses por última vez sus labios” y dejó el regalo en frente de la puerta de la chica, esperando ilusionado que lo abriera.

Luz por el contrario, cuando vio el contenido de aquel siniestro paquete, llamó a la policía, quien al darse cuenta de que la desaparición de Marco había sido un asesinato, se pusieron a buscar pruebas y posibles sospechosos, pero Jorge nunca fue uno de ellos.

Los días pasaron, con ellos los meses, era otra vez otoño, hacía un año que Jorge había conocido a Luz, se sentía alegre, aunque no pleno, con el año sus sentimientos se habían intensificado de una forma abrumadora, la quería ya, quería hacerla suya, quería sentir su interior, quería más de lo que podía tener, así que empezó con las llamadas desde un teléfono público a pocas calles de su casa, donde se limitaba a escuchar como ella preguntaba repetidamente quien era, y él solo se quedaba respirando, a principios de noviembre empezaron los mensajes desde un teléfono prepago, halagando su ropa y diciéndole que deseaba quitársela, Luz se sentía atemorizada, el miedo le recorría el cuerpo y se iba haciendo más intenso cada día que pasaba, no fue hasta el 2 de Enero que decidió quitarse la vida, no sin antes avisar a la policía y dejarles las pruebas del acoso que recibía al lado de su cadáver.

Enterraron a Luz un miércoles 5 de Enero en el panteón familiar, Jorge estuvo en el funeral, alejado, no lloró. Esa misma noche, cuando el cementerio estaba oscuro encontró el panteón y lo rompió con la destreza que solo da la práctica, se veía hermosa con ese vestido negro, sus labios morados y su pelo rubio sobre sus hombros, le pareció más hermosa de lo que lo fue en vida, se relamió los labios, y por fín, después de un año y cuatro meses, hizo a Luz suya.

5 meses después la policía encontró por fin al asesino de Marco, gracias a un testigo anónimo, pero Jorge ya no estaba, se mudó a otra ciudad, escapando, dejó todo en el apartamento que compró meses atrás al lado del piso de Luz, la policía se quedó escandalizada con lo encontrado dentro de él, miles de fotos en las paredes de cientos de chicas desaparecidas en los últimos 3 años, Laura, Rocío, Mar, Sara… Todas aquellas chicas a las que aquel hombre había acosado hasta llevarlas a la muerte, a todas las había hecho suyas de una forma u otra.

No muy lejos de allí Jorge se encontraba comprando muebles para su nueva casa, cuando una chica de piel blanca y pelo negro se le acercó y le preguntó si le podía ayudar en algo, Jorge se relamió los labios y asintió…

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS