«El costurero y la muñeca»

«El costurero y la muñeca»

Ellos amaban pasar el tiempo juntos, ellos eran felices, pero con el tiempo el costurero cada vez empezaba a tener más trabajos, y ya no tenía mucho tiempo para la muñeca, sin embargo, a ella no le importo, bueno al principio ella se sentía sola y triste, pero con el tiempo lo entendió, y las veces que pasaba tiempo con el eran los más felices de su vida, «los días que más esperaba con ansias».

Luisa, una muñeca, «infantil», alocada y dramática, «ya se imaginarán».

Cristopher el costurero, frio, sarcástico, y cálido solo con la muñeca.

Tanto el como ella tenían defectos, a pesar de cada problema salían adelante.

Él estaba pasando por momentos estresantes, entonces a ella se le ocurrió «la brillante idea» de hacer unos de sus berrinches, y eso fue la gota que derramo el vaso.

El tan estresado y ahora enojado le dijo gritando:

– Me molesta la falta de madurez en ti, la vida no es tan fácil como la ven tus ojos, y también tu poca consideración hacia mí, he sido lo más paciente posible, pero, se acabó, te aprovechas de ello.

Ella no fue capaz de decir ninguna palabra, puesto que, en parte, ella sabía que él tenía razón.

El aun enojado salió del taller directo a su cuarto, en ese momento Luisa comenzó a derramar lágrimas sin consuelo.

A la mañana siguiente, Luisa se dio cuenta de que, Cristopher no estaba, continúo caminando mientras gritaba su nombre, se aburrió y decidió ir a la cocina, en la mesa había una nota la cual decía: Saldré a comprar algunos materiales, regreso pronto.

Al terminar las comprar, alguien le toco la espalda, al voltear vio que era su mejor amigo

-Hola, John

-Hola, Cristopher

John alegremente le dijo vamos por una taza de café mientras charlamos, Cristopher vio su reloj y vio que termino antes de lo que él pensaba, así que le quedaba tiempo de sobra y le dijo si, por que no.

Mientras charlaban, Cristopher desanimado le contó el problema que tenía, después de escuchar todo John le dijo, porque no te evitas los problemas, y descosturas a la muñeca y creas otra. Cristopher con un brillo en sus ojos le contesta, es imposible que haga eso, podría hacerlo si quisiera, pero al decir verdad le he tomado un gran amor y cariño, y a pesar de los problemas, no me imaginaria la vida sin ella. Ella es tan única y diferente, y me hace sentir especial, y aun que haga otra muñeca nunca podría remplazarla.

John con una sonrisa en su rostro le dijo, tranquilo ya verás que ustedes dos lo resolverán, se nota que ese amor podrá con todos los problemas que vengan.

Cristopher vio su reloj y vio que tenía que irse, entonces se despidió de John.

Al llegar al taller, saludo a Luisa y dijo comencemos a trabajar.

Estaban trabajando con un incómodo silencio, de la nada acerco su mano hacia Luisa y la acaricio dulcemente, ella se asombró y también acaricio su mano, aunque ella se seguía sintiendo mal, decidió olvidarlo, al final de todo el trabajo, se abrazaron.

¡Qué ironía!, ¿quién diría que una simple caricia y un abrazo lo resolverían todo?, así se decía ella misma. ¡Es que Dios!, sus besos tan cálidos, sus abrazos tan tiernos, su mirada llena de amor, y claro sus manos tan suaves. Simplemente me hacen enloquecer de amor.

A la mañana siguiente ella quería hablar con Cristopher, quería cambiar, aunque no sabía cómo, por eso quería tiempo.

Después de explicarle todo lo que sentía a Cristopher se molestó, ya que ¿cuánto tiempo no llevaban juntos?, después de cuánto tiempo quiere cambiar se decía el mismo. ¿Acaso es su egoísmo?, ¿o su falta de razonamiento?

Él se enfureció, y le grito de nuevo.

– ¿tiempo?, ¿es enserio?, yo no te daré tiempo, ya que tuviste mucho y aun así no sabes cómo cambiar. Yo no te pedí tiempo cuando cambié por ti. ¿Si quieras te has dado cuenta como era antes y como soy ahora?,

Ella contesto, sí, me he dado cuenta de ello, eres más cálido, antes eras muy frio, ni si quiera me abrazabas y solo te preocupabas por ti mismo, incluso eras cortante cuando hablamos.

¿Ves?, dijo Cristopher. Cambie por ti, y no me arrepiento porque sé que hice bien. El que quiere cambiar puede.

Luisa ya no supo que contestar y se fue.

Ella se preguntaba cómo es que fue tan ciega todo este tiempo, como es que nunca se detuvo a pensar en todo lo que él había hecho por ella. ¿Cómo es que pudo cambiar?, ¿le habrá costado?, ¿cómo es que yo no puedo hacerlo?, ¿acaso es mi egoísmo el que no me deja?

Ella esta confundida. para reagrupar sus ideas se puso a dibujar ya que eso la relajaba.

Ya con más calma ella pensaba, ¿cómo es que empezó todo este lío?, simplemente quiere que cambie mi forma infantil y me sentí mal, ¿que habrá sentido el cuándo cambio toda su persona por mí?, vaya lió, sí que exagere las cosas, y mí egoísmo es el mayor problema, ya que, él tenía trabajo y aun así estaba molestándolo, ni si quiera me detuve a pensar si él estaba estresado. ¿Siempre iré por la vida pensando que todo gira alrededor de mí?

Es tiempo de cambiar las cosas dijo Luisa, salió de su habitación y fue a buscar a Cristopher. Llego al taller las luces estaban encendidas, le toco la mano y le dijo:

– ¿Aun sigues trabajando?

Él le contesto: – Si, aun no termino.

Luisa le dijo, sé que tienes mucho trabajo aún, pero, ¿podemos hablar?

él le contesto, si, por que no.

Luisa le dijo: – He pensado muchas cosas, y no sé cómo empezar para ser sincera, ammm, sé que no he tenido consideración de ti, a veces mi egoísmo hace que no me dé cuenta de ello, y, tienes razón no debería ser así.

Gracias a ti ya no tengo problemas, pienso más en las consecuencias y ser infantil hace que todo lo que has cambiado se vaya por la borda, sé que quieres lo mejor para mí, perdón por no haberme dado cuenta antes.

Ella lloro y le dijo no quiero perderte Cristopher y él dijo yo tampoco Luisa.

Siempre estaré para ti, se dijeron ambos, mientras juraban amor para toda la vida…

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