Puerta de madera que me recuerda al cerezo, envejecida y rodeada de ventanales generosos que invitan a los ojos de cualquier husmeante a evaluar cada uno de los detalles de su interior, expuestos con sumo cuidado y sin atisbo de inadvertencia. Localización en la zona alta de la ciudad, una calle lo suficientemente pequeña como para dar el aire íntimo, bohemio y poco transitado que se busca; pero lo suficientemente céntrico como para saber ser escogido por la clientela que le interesa. En resumen, uno de aquellos muchos lugares donde el destino poco ha tenido que subtitular ni por parte de la persona que lo encuentra, ni por el sitio que se deja buscar.

Apoyado en dicha puerta, con traje corte italiano y aspecto de verse marcado por más experiencias que años que las soporten, teléfono en mano habla de asuntos más urgentes que importantes. Con la mano que le resta aprisiona de su bolsillo un Winston con el que juega entre los labios, como si el simple hecho del gesto diera el mismo placer que el acto en sí de fumar. Un preliminar que te hace alargar una práctica que se considera igual de agradable que insuficiente para un insaciable consumidor.

Minutos después, sale un Malboro con vestido de raso y chaqueta de cuero desgastada que rompe con sumo cuidado cualquier exceso de elegancia. Después de unos segundos, interpretas bajo una primera impresión que el desgaste de la chaqueta se debe más a un uso por gusto que precisamente por carestía. Unido a todo lo anterior se puede aprecia que la melena, meticulosamente desaliñada, esconde la imagen de una mujer que como Fausto, parece demostrar sus grandes dotes de negociadora, consiguiendo del diablo lo que parece ser la juventud eterna, ¿Quizá también le consiguió sacar el conocimiento ilimitado?

El, distraído por esa inesperada sorpresa que le acompañaba, acaba sus asuntos telefónicos e insinúa sus intenciones de quererla encender…el cigarrillo. Ella, agradecida acepta y con sonrisa cómplice deja escapar la primera bocanada.

Pensativa mirando la alianza de aquel hombre, enreda su mente con la teoría que se ha creado de los hombres como él , rehenes de sus trabajos y que enamorados del éxito se dejan caer en sitios como estos arrastrados por la única cadena que les devuelve a la vida, sus mujeres .

“Que curiosas son estas situaciones que solo se dan cuando uno comparte la misma llama. Me refiero a compartir un rato con alguien desconocido que pueda ser interesante. Ser una persona diferente de la que se puede uno encontrar en esa jauría de llenas rodeando un trozo de carne.”-dice ella.

“¿Y quien se encuentra aquí fuera?”- pregunta él.

“Una mujer delante de un hombre insinuando sin mucho éxito que más allá del perfume, el vestido esconde ciertas limitaciones”-responde ella.

“¿Se me está insinuando señora…?”- pregunta él.

“Sí, está en lo cierto, señora y de alguien”-Se adelanta ella-“ Lo que insinúo es que de vez en cuando encuentro excitante decirle lo que me da la gana a alguien que no me conoce. Ah! y que cuando acabe de fumar volveré a entrar a la vida real”

“¿Y porque no entra, se inventa una escusa y más tarde nos volvemos a encontrar en esta farsa?”-´pregunta él.

“Porque el vicio es malo y este era mi último cigarro. Esta noche comienzan a cambiar las cosas. ¿No cree?”- responde ella.

“Buena respuesta… “-insinúa un hombre con la sensación de haber ganado, tras lo que parece haber sido una derrota.

Ella adentrándose, se dirige al baño, se pone de nuevo la alianza y saliendo como si nada hubiera pasado se sienta en la mesa. El, esperándola guarda su cajetilla de Winston , la sonríe y la dice cuando se sienta “hoy estás impresionante con ese vestido ”.A lo que ella responde, “eso si es una buena respuesta”.

¿Estaría perfecto acabar así la escena verdad? Me refiero a una acto de amor que rompe la tensión de sus amantes por la distancia que marcan sus copas de vino. Pero los finales felices huelen a eso, a final y hay cosas de la vida con aroma a círculo como Dante nos enunciaba con su Divina Comedia.

10 años después…

Dime amiga , tú que llevas toda la vida conmigo …¿donde hemos puesto hoy el maquillaje?. Recuerda , nos queda poco de corrector de ojos…siempre igual , no servimos para nada . No se lo puedes negar, tiene razón, acaso quieres que te vean con esta cara? Creo que nos ha dejado algo de dinero en la cocina para que vayamos a comprárnoslo…

Ayer nos preguntó nuestra hija que si se podría echar lo mismo que nosotras para estar más guapa , que si no se lo pone seguro que ella un día también se levantaría de otro color , aunque confiesa envidiarnos… – si cambio de color algún día , quiero ser como tú mamá- …ya sabes , su color favorito siempre fue el morado.

Bien, bueno, recuerda… extiéndelo bien, por encima de los pómulos, hoy tienes reunión y sabes lo que cuesta que esta mierda dure todo el día.
Y ahora a recoger la casa, puf…voy a llegar tarde, siempre lo mismo pero estoy cansada hoy. Conociéndole eso no le va a gustar un pelo, no le vayamos encima hacer recoger.

Ya está la niña otra vez jugando con las margaritas que me regaló su padre… Y que bonito fue aquel día. La verdad es que cuando tiene detalles es todo un caballero. Lo que ocurre es que desde jóvenes nos ha desbordado la pasión , tanto para lo bueno como para lo malo …ya me lo decía mi madre.

-Bueno, venga hija deja de desojar margaritas que me las vas a romper todas y es lo más bonito que tenemos en esta casa.

Dime amiga , tú que llevas toda la vida conmigo…no es verdad que al ver a tu hija arrancando pétalos de tu flor favorita has viajado al pasado y te has visto a ti?,¿recuerdas cuando le conociste en ese restaurante tan bonito, tan frío del que vosotros formabais el vaho de sus ventanas? O quizá mucho antes, hablo de esas tardes en las que te pasabas en las escaleras de tu portal jugando a predecir el futuro con el antepasado de esa misma flor que tiene tu hija? , ¿no es verdad que dejaste responder al azar a la pregunta de si te querría?

Es verdad querida amiga, tienes toda la razón. El problema no está en él, sino en mi gusto por las flores.

-Hija deja las margaritas, prueba con las amapolas.

Querida amiga, dejémonos de elegancia que esta vez no hay mechero que me encienda.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS