Era una tarde soleada de mayo, de esas que duran un poco más y los habitantes de Padova, esa hermosa ciudad ubicada al noreste de Italia, se disponían a cumplir sus tareas rutinarias, las calles estaban abarrotadas de gente, el centro estaba más lleno que nunca, parecía un día antes de navidad, pero en la zona periférica de la ciudad estaba ella, Hubara, una muchacha de piel blanca, cabello castaño hasta la cintura, ojos color miel, grandes y con una expresión alegre en su mirada, alta, y delgada, era muy bien parecida, sus allegados le decían que se presentara a las casas de diseñadores para ser modelo, pero ella quería emoción en su vida, no deseaba ser una más del montón, por eso iba a la escuela como cualquier chica de su edad, salía con sus amigas por las tardes a tomar el té, a hablar de chicos y a reír como párvulas.

A eso de las 5: 45 pm Hubara decidió salir a recorrer las calles del centro para distraerse de sus pesares, su infancia había transcurrido en total normalidad en la capital, allí era una burguesa, su madre enfermó gravemente y al poco tiempo murió; su padre empezó a jugar y apostar, además tenía problemas con el alcohol, eso los llevó a la ruina y por eso hoy viven en una ciudad menos prospera en condiciones diferentes, han conocido la pobreza, a pesar de ello Hubara es alegre y hace lo posible para sobrellevar la situación, lo que no sabía Hubara era que ese día, a esa hora su vida volvería a cambiar, ella venia distraída cuando sin querer tropezó con un hombre alto, bien fornido, nariz aguileña y cabello engominado, no lo podía creer cuando lo vio, era el ejecutivo más importante del país, salía en todas las revistas y en todos los noticieros, era Alessandro Impellizzeri quien estaba de paso por la ciudad por negocios, tenía fama de ser hostil con los que no eran de su clase, pero Hubara se dio cuenta al tacto que solo eran rumores de la prensa, Alessandro la ayudó a levantar y en seguida la invitó un café, pero Hubara estaba aturdida y salió corriendo.

Alessandro Impellizzeri movió cielo y tierra para dar con su dirección, donde le envió un ramo de rosas provenientes de la lejana Colombia junto con una nota de invitación para que se dirigiera a la dirección que ahí se encontraba; Hubara se puso ropa de la que usaba en la capital y se dispuso a salir, en el café DEGLI SPIRITI la esperaba Alessandro con una vestimenta impecable, era el hombre más hermoso que ella había visto desde que se mudó a Padova; transcurrieron las horas y la charla se hizo agradable, ambos reían como si se conocieran desde hace mucho tiempo, al llegar a su casa, Hubara sintió de nuevo esa sensación de alcurnia que le daba la compañía de Alessandro; se desvistió, se dio una ducha y cuando salió, dispuesta a descansar su padre entró a su alcoba y le disparó en repetidas ocasiones mientras decía “si no eres para mí, no serás para nadie”; el padre huyó desenfrenadamente hacía el centro de la ciudad.

Minutos antes Alessandro se da cuenta que Hubara ha olvidado su chaqueta en el coche y decide volver a su casa a entregársela, al llegar se da cuenta que la puerta está entre abierta, con mucha intriga Alessandro llama a Hubara, pero esta nunca le contesta. Con algo de inquietud al ver la puerta ajustada decide entrar, en ese momento siente un frio por todo su ser pero no lo detiene y decide buscar a Hubara por la casa, sube las escaleras y al llegar a la habitación encuentra aquel cuerpo de piel de porcelana y de rostro angelical manchado en sangre. Alessandro se encuentra aturdido no sabe qué hacer ni que pensar, toma el cuerpo y al salir de habitación con él en sus brazos ve que el padre de Hubara aquel hombre con las manos manchas salir de casa con mucha prisa y sin preguntar que ha pasado con su hija, simplemente se va.

En el hospital de Padova Alessando pasa la noche recordando aquella tarde en donde le contaba a su amigo y socio Pablo Incerti sobre aquella mujer tierna, a la cual creía que el destino la había puesto en su camino y por el cual él creía que volvería a creer en el amor, ya que su esposa había muerto en manos de un asesino. 4:00 AM y Alessandro aún no sabe nada de Hubara con angustia y desespero se acerca a información y decide preguntar qué está pasando a lo que un médico le dice que debe esperar con paciencia, minutos más tarde se escucha un llamado a todos los médicos que se dirijan a la sala de cirugía con urgencia. Algo anda mal, era Hubara quien estaba luchando por quedarse y estaba aferrada a la vida, pero era una batalla en la que estaba destinada a perder, ya que había perdido mucha sangre.

Al salir el médico, Alessandro le pregunta que ha pasado con Hubara, es en ese momento donde le dice que hicieron todo que estaba en sus manos, pero que la joven había perdido mucha sangre por lo que era imposible salvar su vida. En ese momento aquella mirada expresiva y de vista alegre expresa dolor y tristeza.

Días después de la muerte de Hubara, en la prensa y por las calles de Padova solo se hablaba de una cosa, la extraña muerte del padre Hubara, ya que este fue hallado con marcas en su cuerpo, al parecer ajustes de cuenta. Mientras tanto Alessandro lideraba un nuevo proyecto junto con su amigo pablo quien lo incentivo a realizarlo llamado “Fundación Hubara” este fundación tenía como función ayudar aquellas personas como Hubara que eran maltratas por sus padres e inclusive abusadas sexualmente, con el fin de acompañarlos en todo el proceso y recordarles que no están solos en esto y que siempre hay una salida.

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