Me ahoga tanto el sentimiento de culpabilidad que oprime mi ilusorio pecho que he decidido desahogarme para ser capaz de perdonarme los daños causados, o al menos intentarlo, y mitigar de alguna forma este atosigante arrepentimiento.
Probablemente lo entiendan sólo aquellos que son capaces de captar cada nimio, a la vez que fundamental, detalle que constituye la vida; por ejemplo, el detalle de amar y ser amado.
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Todo empezó cuando ella, Noely, tenía 17 años. Hallándose cursando el último año de bachillerato, se encontró con el que actualmente sería, más allá de la realidad, el hombre de su vida. En aquel entonces sentía una subestimación notable hacia el amor y la dependencia emocional, pues eran para ella conceptos que definían la ignorancia y la estupidez humanas en su más amplio significado.
Sin embargo, mientras se encontraba yendo a la clase más tediosa del curso, sintió la penetración de una fría y peculiar mirada procedente de Julio, otro componente más del instituto. Se le revolcó entonces el corazón a Julio, porque nunca antes había logrado alguien paralizarlo a través de una cortante mirada como la de Noely; y ella, al no haber sido capaz de interpretar los extravagantes ojos de Julio, le pareció éste un hombre descarado, lo miró con desprecio y continuó su potente andar mientras Julio seguía maravillándose.
Casualmente, o no, volvieron a coincidir en un espacio que los separaba del exterior a través de cuatro tristes paredes y se intercambiaron las primeras palabras:
– Hola – La habló Julio, mientras no podía desviar su mirada hacia otra cosa que no fuera la robusta mirada de Noely. Al no obtener de ella más respuesta que una aciaga y fingida sonrisa, persistió un poco más:
– ¿Cómo te llamas?
– Noely – Le dijo ella, al mismo tiempo que volvía a marchar.
Tras el transcurso de varios días, se apoderó de Julio una curiosidad tan atroz que consistió eliminar todo el orgullo que éste poseía y le brindó un silencioso y apasionante saludo a Noely. Ante su sorpresa, fue repudiado, hecho que potenció la intensidad y vivacidad de su mirada; y al percibir Noely esto, su curiosidad dejó de ser fría para tornarse potente y pudo, finalmente, corresponder aquellos ojos acaramelados que Julio detentaba.
Al disponerse y paralizarse el uno frente al otro por vez primera, éstos fueron capaces, aparte de apreciarse entre sí, también de conocerse un poco más.
Noely empezó curioseando el tipo de zapatillas deportivas que Julio usaba debido al color fosforescente que despedían, pasando luego a unos pantalones anchos de bolsillo color marrón; a la vez que Julio se fijaba en el parecido físico que ambos compartían. Alzando ambos la mirada, Noely se fijó en el chubasquero, siempre fosforito, que Julio vestía, detalle que la condujo a deducir que aquel hombre buscaba llamar la atención de cualquiera; mientras que Julio perseveraba su atención en la apatía con la que, aparentemente, Noely lo estaba observando. Y entonces, tuvo lugar entre ambos una fusión de verde y marrón en un sólo vínculo que los mantuvo hipnotizados hasta que Julio le dedicó una cálida y agradable sonrisa, dejándola así con los pensamientos trastocados.
A partir de entonces, dándose ambos cuenta de que gozaban extrañamente manteniendo un contacto directo, Julio siguió insistiendo; a su vez, el carácter de Noely se tornó más acogedor y agradable. En base a esto, empezaron a entenderse, aunque menos de lo que se esperaba Julio.
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En aquel momento me di cuenta de la extraña atracción que había entre los dos y unos celos de los cuales desconocía su procedencia, recorrieron mi esencia y me dispuse a intervenir.
Sólo me contuvo la distante y fortuita actitud de Noely.
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Una anodina mañana se encontró Noely con que no tenía nada fundamental que hacer y se animó a rastrear alguna que otra información sobre Julio, pudiendo de esta manera dejar de desconocer tanto su edad, 37 años, como su nombre.
Al darse cuenta de que estaba investigando sobre un hombre que apenas conocía, sintió un monstruoso horror que la llevó a evitarlo durante varios meses, meses bastante perplejos para Julio.
Cada vez que la divisaba y era rechazado sentía el mundo venírsele abajo, pues era Noely la chica más impredecible que había conocido, y a diferencia de las demás mujeres que habían pasado por su vida, ésta sólo podía mantenerlo confuso e impotente: iba y venía constantemente. A raíz de esto, y dándose cuenta de la inviabilidad de un contacto directo, decidió Julio actuar y se arriesgó a enviarle un mensaje justo cuando Noely había confiado, firme y ciegamente, en la disipación de la curiosidad que Julio había despertado en su interior.
Estaba ella estudiando cuando recibió su mensaje, y aun si se trataba tan sólo de un simple saludo, el detalle de haber dado él el paso la revolvió tanto que se dio cuenta de que no podía vallar su corazón ante aquello que no quería sentir pasase el tiempo que pasase. Y de esta manera pudo, al fin, corresponderlo, esta vez más de lo que Julio se figuraba.
La afinidad que ambos compartían aumentó tanto las fuerzas y energías de Noely que se dispuso únicamente a superar satisfactoriamente el bachillerato, pudiendo de esta forma compartir su tiempo con Julio y conocerlo. Y así lo hizo. Y así sucedió, a pesar de advertir los dos el follón en que se estaban metiendo.
Y he aquí cuando Noely experimentó por primera vez lo que era el enamoramiento, y tanto se dejó llevar por éste que se convirtió en una mujer sumisa; desgraciada o afortunadamente, no puedo decir lo mismo de Julio. Mas éste había sido capaz de manifestar su lado más tierno y delicado, y, quizá por compasión, así pasó con ella.
Dado que los sentimientos de Noely iban en aumento día tras día, y no al revés como Julio suponía, éste comenzó a abstenerse, en otras palabras, a poner los pies en el suelo.
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Julio tan sólo necesitaba un empujón, y esa vez sí acepté intervenir en el asunto.
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«¿Qué estoy haciendo? Se supone que todo esto debería ser tan sólo una pérdida de tiempo. Lo que está sucediendo tan sólo conduce hacia un único desastre y no merece la pena hacer que se cumpla tratándose de una sandez pasajera. Pero ¿será realmente una bobada? Sí, no podría ser de otra manera»; se decía Julio una y otra vez, y buscando y recibiendo intromisión ajena, se apoderó de él el miedo que acabó desapareciendo sin dejar rastro alguno, ignorando así que también se esfumó porque lo aterrorizaba visibilizar gotas de seriedad en los afectuosos ojos de Noely.
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Y me conforté, al fin, confiando en que Julio había puesto definitivamente la cabeza en su sitio sin reparar en la manera en que había conseguido yo tal cosa.
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Ante esto, Noely decidió hallar la causa de su desaparición, pero todo esfuerzo resultó en vano. Intentó con todo su ser volver a mantener un contacto con él, aunque sólo fuera para saber que estaba bien, pero siempre obtenía lo mismo: indiferencia.
Lo que ella ignoraba era que tan sólo hacía falta el sencillo e ingenuo detalle de acordarse de él para potenciar los sentimientos de Julio hacia ella, tanto que acabó, él, acostumbrándose y adoptando así una actitud bastante orgullosa y despiadada. Se acostumbró también a posponerla sin tener en cuenta que el tiempo raramente volvía a conceder las mismas oportunidades, a recibir cortantemente señales de Noely desconociendo que toda paciencia tenía sus límites y a subirse por los cielos ignorando que el paso de los años siempre acababa pasando factura. Y tanto se cegó por esta necia actitud que sucedió lo que más temía.
Tras el transcurso de un tiempo notable, Noely acabó asumiendo la ida, sin retorno, de Julio y tiró totalmente la toalla. Se abstuvo de dar el paso, de indagar e incluso de darle importancia alguna al tema; en otros términos, se ausentó como quien desaparece sin tener jamás la intención de volver. Y he aquí cuando el miedo y la confusión volvieron a apoderarse de Julio.
«Ha desaparecido. Ya no me escribe, ya no me piensa. ¿Será que de verdad se trataba de una sandez? ¿Qué habrá sido de ella? ¿Qué será de ella?»; se interrogaba Julio.
«La distancia hace el olvido, seguro. Si yo, que no tengo ninguna responsabilidad sobre otra persona, he dejado de pensarle, ¿me habrá él incluso olvidado? Sí, seguro»; estimaba Noely. Y tanto lo estimó que se lo acabó creyendo, pudiendo así fijar sus perspectivas emocionales en otra persona que no fuera Julio.
Aprovechando así la total desaparición de Noely, Julio borró los dos últimos puntos de la historia que entre ambos habían escrito, estableciendo así un punto final a la misma.
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Conforme fue pasando el tiempo me fijé en que las perspectivas emocionales que Noely estableció teniendo en cuenta a otra persona iban en constante aumento. Extrañamente, en vez de alegrarme, el arrepentimiento acechó mis pensamientos, pues acabé destrozando el objetivo de Julio.
Y dándome cuenta del aprecio que le tenía al mismo, volví a entrometerme, pero esta vez para intentar remediar los daños causados.
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Enterándose Julio de las nuevas expectativas que Noely se había establecido y más allá en el tiempo, decidió al fin volver, cuando ésta ya había reconstruido y fortalecido sus emociones.
La buscó porque no quería soportar lo que ella, con la única intención de hacerla saber que su ausencia fue debida a cuestiones filósoficas y morales que le impidieron estar con ella, y quizás aguardando otro propósito en segundo plano.
Tenía ganas de explicarle que el miedo de dejar su zona de confort, a la que tanto se había acostumbrado, le dificultó el arriesgarse; y a revelarle que el hecho de haberse encontrado cuando ella seguía siendo menor ante la ley le hizo pensar en sí mismo antes que en cualquier otra cosa, pues podía ser tanto juzgado como castigado.
En un pasado no tan lejano habría sido, Noely, incapaz de comprender los argumentos que justificaron la desaparición de Julio, pues era tan partidaria de que para alcanzar la verdadera felicidad hacía falta arriesgar como quien nunca ha sido marcado por una inolvidable decepción; de que era más importante el arribo y no el viaje en sí como quien nunca ha sido incluso degollado a lo largo de un viaje y de que se podía romper la ley siempre que se quisiese como quien se aferra a la ingenuidad para nunca soltarla. Y haciéndolo así se dio cuenta de que el amor era el camino más puro e inocente hacia la humildad, la superación y la comprensión como quien nunca ha vivido con un pesar en el corazón.
Ahora, sin duda, ya había descubierto el otro lado de la vida como para volver al anterior; le supo más desolador y monótono, pero más seguro, y eso valía más que oro para ella.
Y encontrándola, enfrentándose a su otra vez cortante actitud, pudo ver reflejada su remota situación ante sus propios ojos, cuando estuvo luchando entre el sí y el no, cuando estuvo a punto de poner sus ilusiones en ella: estaba compartiendo, ahora incluso físicamente, su esencia con otro.
Desilusionado, se dio media vuelta y se marchó con una rabia que no le cabía en el pecho, a la vez que volvía a dejarla con los sentimientos revolcados.
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Quizá no pueda perdonarme los daños causados después de todo, pues pudo ser de otra manera, pero a la vez que Julio desconoce que Noely ya había reparado en todo lo que él deseaba transmitirle, Noely ignora también que sus perspectivas emocionales jamás pasaron a establecer una unión con otro que no fuera Julio.
Ambos desconocen también que les han unido, unen y unirán varios hechos, circunstancias y trayectos como para que yo pueda acabar con ellos. Lo que no ignoraron fue el darse cuenta de que había que volver a empezar, porque ya era el momento oportuno.
Y se dibujaron de nuevo aquellos puntos que Julio había eliminado, quedándose así la historia…
Belcebú, 17/05/1874
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