Perturbada en una eterna oscuridad, sola en esa profundidad que no te deja seguir, ahogada en un mar de lágrimas sin saber por donde avanzar, encerrada en un mundo en el que no se puede vivir. Luchar, ese es el significado de mi vida aunque esté muerta en vida.

Me encontraba paseando junto al mar en Omarja, cuando de repente recordé todo. Aquella historia que hacía tiempo no encontraba en mi memoria, que cayó en el olvido. Sonreí y lloré al pensar y recordar cuánto camino he recorrido y porque mi ser decidió olvidarse de todo. Cuántas alegrías y cuántas penas. Las dos caras de la vida que nos elevan y destrozan en un mísero instante. Quizás, mi mayor pena cruzó los cables de mi mente desencadenando un vacío inquebrantable.

Aquella vez que salí a caminar y no pude volver a casa fue el punto sin retorno. Me desorienté, me perdí y lloré porque no sabía donde me encontraba. Es un sentimiento frustrante. Tardé horas en volver. Los médicos dicen que es Alzheimer pero es posible que no lleven razón, porque a veces lo recuerdo todo, como en este momento. La mente es un mundo infinito lleno de caminos que se deben descubrir dándoles nombres diferentes pero conformando un todo siendo similares. Este mal se ha comido mi pensamiento. Lo ha masticado trocito a trocito saboreándolo sin importarle mi recorrido. Ha conseguido destrozar mi alma segundo a segundo devastándola allá por donde pasa. Cruel enfermedad que azotas sin pensar escondiéndote hasta que, cuando tú quieres, te dejas ver con una pequeña parte de tu arrolladora maldad. Me has encerrado en un laberinto sin yo pedírtelo. Has decidido avanzar por mí y me has quitado a diario una parte de mí. He emprendido un viaje sin retorno al más puro fracaso del olvido. Eres un monstruo que azotas en mis recuerdos y los vas borrando a una velocidad lenta o rápida según te dé la gana. Por tu culpa, repetiré las mismas frases una y otra vez, llegaré a llorar sin motivo, dejaré de hablar, de caminar y no seré capaz de identificar objetos por su propio nombre porque irás destruyendo todas mis capacidades, mi completa personalidad y cuando me lo hayas quitado todo, sólo me dejarás un pequeño gesto con el mundo exterior para comunicarme. No tendré opciones, ni salida.

Cuando mis plenas facultades me hiciste perder, en una residencia permanecí pasando los días sin saber porqué. ¿Qué sentido tiene vivir sin poder pensar por sí misma? ¿qué sentido tiene vivir dependiendo siempre de otras personas? ¿y hacer sufrir a los que nos rodean porque no nos enteramos nunca de nada por más que queramos? Olvidamos lo que hemos hecho el día anterior y el otro y el siguiente hasta no recordar ni lo que hemos desayunado, quién ha venido a vernos o que ropa nos hemos puesto. El Alzheimer es un mar de cuestiones que plantean cuál es el sentido de la vida si nos hace que nos olvidemos de ella entera.

Muerta en vida estaba ya cuando no podía pensar porque mi viaje había sido eliminado por completo. Mis andaduras las habías convertido en silencio. Pero me diste un momento, dejaste que realizara este viaje por última vez, allá donde mi infancia fue, en aquella playa maravillosa de grava transformada en arenal después. Surgieron los recuerdos del ayer de familiares y amigos que ahora recuerdo pero que en un minuto olvidaré. Mi mente ha volado hasta aquí para resucitar momentos sin dar lugar al tiempo. Ese tercer piso con vistas al mar al que no quiero olvidar. Mi mirada penetrante sentada desde el balcón en aquellos edificios, la arena, el paseo marítimo, el tranvía y las palmeras, aquél espléndido conjunto veraniego llamado Alajún en el que tres meses pasaba al año.

Sin embargo, en un chasquido de dedos olvidé mi precioso hogar y me trasladé a un barco en una noche despejada en el que estábamos tú y yo estremeciéndonos los dos sin importar ni el tiempo ni el espacio, nos cogimos de la mano. Yo estaba con el pelo al viento y tú no podías dejarme de mirar, en aquel lugar fuera de la realidad, escondidos apartados del exterior, no sabíamos el final. Me acurrucaste entre tus brazos, abrazándome y besándome por última vez, pues al día siguiente ya no despertaste. Mi querido marido, como olvidarte pero mi mente traicionera me obliga a hacerlo. Tanto tiempo ha pasado desde que te fuiste que cada vez me cuesta más volver a tus recuerdos. Perdóname por olvidar a nuestros dos hijos y nuestro matrimonio pero mi mente cuando moriste decidió paralizarse y comenzar a olvidar. Cambié tu historia. Surgieron los cambios de humor tras tu fallecimiento. Desde entonces, mi cabeza se trastornó. Creí que estuviste en el hospital por un cáncer terminal pero en realidad no amaneciste por el maldito infarto de aquella noche idílica que se convirtió en agonía. La soledad se adueñó de mí y no volví a ser lo que una vez fui, madre, esposa, amiga y compañera.

A todos nos puede llegar la hora de sufrir esta enfermedad. Nadie lo sabe, no se puede prever. Te arrastra a la oscuridad, a un mundo sin luz, pero antes de que vuelva a olvidar toda mi vida quiero dejar mi pequeño ideal porque a los que sufren de mi alrededor quiero decirles: recordad que os he olvidado pero recordad que os sigo queriendo. Recordad que no seré la misma porque mi vida se irá apagando. Recordad que quiero que recordéis que en lo más profundo de mi corazón allí permaneceréis porque aunque mi mente ya no avance, mi alma sí siente. Por favor, no sufráis por mí pero ser pacientes conmigo. La vida es demasiado corta pero estaros conmigo. Por favor, ayudarme aunque diga que no quiera veros o, incluso, llegue a insultaros, aunque no os reconozca, pero saber que siempre os estaré agradecida y queriendo.

Mi luz por fin se había apagado, no volvería a relucir, ya no me dejó continuar pero sí me dio un regalo, me dejó volar desde mi nacimiento hasta mi final. Aterricé en un lugar irreal y una voz lejana pero familiar me susurró: abre los ojos Lidia, acércate. No tengas miedo. El monstruo ya ha desaparecido. Me dijo alguien al final de un camino con una luz brillante al fondo. Tu vida no ha sido como imaginabas que sería, se puso patas arriba al perder a lo que más querías, diste vueltas sin parar, imaginando y soñando las cosas que viviste y que tú mente decidió borrar como las cosas que podrías haber vivido si hubiese permanecido a tu lado pero mi hora llegó antes de tiempo y te dejé sola, ya no podemos volver atrás pero sí continuar hacia adelante juntos en el más allá. Aquí no me olvidarás, aquí siempre recordarás que tu marido fui y seré por toda la eternidad.

Despídete porque tu mal de Alzheimer ya no volverá.

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