Día de suerte número veintitrés.
El veintidós ya es historia— dijo entre dientes. Sentí su aliento a muerte y odio. Su mirada inquisitiva buscaba complacerse con el temblor de mis esqueléticos ojos. El ejecutado había caído en la fosa común junto a otros cadáveres. Limpió la sangre de su mano en la estrella de mi chaleco. Giró nuevamente el cargador...