En el desierto de la soledad
Su barba y su melena expuestas al viento le podrían hacer pasar por un guerrillero del ejército zapatista. Tras pernoctar en Chiapas había decidido adentrarse en la selva Lacandona. En el hotel le advirtieron: —No es buena idea, señor, debería contratar un guía. Pero no hizo caso y ahora de entre los árboles imaginaba surgir...