¡Ningún LEGO podrá detenerme!
Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro que la próxima vez debía ser más silencioso. El valiente tiranosaurio era más que capaz de controlar cohetes a reacción pero los vehículos de tierra se le daban fatal. Aun así, debía irrumpir en la mansión del general malvavisco, recuperar los dientes perdidos de su fiel...