Su barba y su melena expuestas al viento de la pequeña terraza desprendían un reguero de deseo en cada uno de sus movimientos. Ella le odiaba por ello. Compartían trabajo y en este caso confinamiento en un hotel. Sus vuelos se habían cancelado y el gerente determinó agrupar a los huéspedes por países y preferencias.
Quizá si se tumbara en la cama… ¡En algún momento tendrá que hacerlo! La desazón le hizo ponerse en pie de un salto y al tiempo que revolvía en su equipaje murmuró:
- En esta maleta no cabe casi nada
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