Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro que tan bueno no sería ese modelo. Él, en una larga perorata, me detalló todos los extras de su vehículo: velocidad de crucero programable, detección de carril con conducción automática, cinturones de seguridad de doble anclaje, puertas con cierre antiapertura y un largo etcétera. Quizá yo debería haberle dicho algo, no de mi sencilla furgoneta, sino del papelito que, delante del sensor, podía obstaculizar la correcta visión computarizada de su automóvil. ¡Pero es que no me dejaba hablar!

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