En esta maleta no cabe casi nada, es lo que tienen las maletas de cabina, y menos para un viaje tan largo. Pero si creen que esto me va a detener, es que todavía no me conocen.

Todavía guardo mi vieja mochila, la misma que hace veinte años me llevó por medio planeta, ella será el apoyo que necesito para empezar de nuevo.

Porque eso es mi viaje, un comienzo en otra parte, donde nadie me mirase con aquella expresión de pena, al fin y al cabo, había vencido al cáncer.

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