En esta maleta no cabe casi nada porque parte de viaje a toda prisa. Alberga quizás algunas fotos familiares, el cofre de la amistad, algún libro amado, libreta y lápiz y una muda.

Cuando apenas te quedan pies para caminar, ojos para mirar ni bocas para reír, el viaje sin retorno te enfrenta al abismo, al ruido feroz de la nada y al paisaje sin memoria. Tus huellas se borran al instante para que el pasado no estire de tus harapos, co


mo en un desgarro. Ahora eres refugiado sin refugio, humanidad anónima, estadística, noticia. Indigno viajero sin billete.



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