Cierro los ojos, siento el sabor a sal, a mar. Siento como me impregna la piel, como se me pega en la cara, lo noto entrar por la nariz como la fragancia a jazmín de las noches del sur.

Me gusta recorrer la calle central, saludo a mi alrededor mientras me dirijo con esa bicicleta usada que compré nada más llegar rumbo a la playa, con el tablón que aún no sé usar pero en el que hago mis peripecias de equilibrista cuando llega la ola y yo remo y remo y me dejo llevar como lo hago ahora.

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