En esta mesa no saben lo que he hecho. A su lado, las ventanas dan paso a jardines que se abren al mar, reflejo inmenso de tu Vía Láctea. O quizá no. Quizá solo huela a deshecho urbano y asomen los ladrillos penitentes; tan estrecho el patio que puedo alargar la mano y rozarlos sin abandonar la mesa. La habitación está desnuda, y el eco amplifica el rojo de mis zapatos. Me acurruco en los surcos de levante. Orientación sur. O quizá norte. Y me digo: en esta mesa no saben lo que he hecho.

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