Recostado en su tristeza cerró sus ojos y aferrándose a esa lista inicio un viaje que dejaría el alma cansada de tanto andar.

Sus parpados se movían velozmente, su mirada le impedía ver la luz pero no su memoria.

Destino: su nacimiento. Imposible llegar a ese punto. Ahí estaba frente a sí mismo. Un alma pura, y una imperfecta. Una mirada casta, otra sufrida. Un niño lloraba de hambre y un grande de emoción.

Dos cuerpos, misma alma.

No había mejor comienzo que saber cómo había venido al mundo.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS