Cuando camino una y otra vez las calles de mi ciudad, debido a mi trabajo cómo mensajera, mi cabeza se me llenan de recuerdos, una mezcolanza de situaciones vividas en mi Bogotá buenas y malas, en la cual encuentro ciertos contrastes, elementos variopintos que veo en algún rincón: un grafito, un negocio peculiar, algún momento en que influyeron los colores, el momento del día, las personas, las cosas. 

Las calles de Bogotá son mi segunda oficina, mis amigas y muchas veces mis confidentes. Para ser valiente y guerrero es bueno comer calle y más en una ciudad tan caótica como Bogotá, que a la vez tiene su encanto, como urbe del trópico, decíamos que Bogotá tiene muchos contrastes, como encontrar barrios humildes detrás de barrios de ricos, la sede del gobierno nacional en un sector muy peligroso, iglesias cristianas frente a prostíbulos y puedes encontrar cosas en lugares donde menos te los imaginas. Puedo llevar en mi cabeza el mapa completo de mi ciudad, para encontrar cualquier cosa.

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