Tengo ansiedad, no pudo evitarlo, quiero comer todo el día. Ayer hice una torta y hoy me comí el último trozo, y me remuerde la conciencia, aunque la hice con poca azúcar, de todas formas fue una grosería. Si no estuviera en cuarentena habría durado toda la semana.

Al despertar siento esa misma ansiedad, me sudan a veces las manos. Soñé que no tenía Internet. El maldito círculo en la pantalla daba vueltas, una y otra vez, durante un lago rato, miraba los puntitos como parpadeaban, y estaba tan angustiada, que algo de esa pesadilla se pasó a la realidad.

La reunión es a las diez de la mañana, quedan quince minutos. Enciendo el computador, la señal es buena, que alivio. La excusa de tener mala conexión ya nadie la cree. La semana pasada un compañero de trabajo dijo ese pretexto todos los días, porque debía presentar un proyecto al jefe, nadie se lo creyó mucho. Hoy me toca presentar el mío y la conexión es buena. Me alegra, hasta me dio un poco de hambre. Debo ordenar el escritorio y lucirme con esa exposición. Si todo va bien, estaba pensando matar mi ansiedad, esta tarde, con panqueques.

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