Al final del pasillo hay una puerta que da a la calle de atrás, pero desde hace un tiempo está siempre cerrada. Algunas veces me acerco con disimulo, por si la hubiesen dejado abierta, pero si me ven me regañan y me castigan sin el móvil. Jo, qué rollo. Me aburro tanto que hasta me alegro cuando me envía deberes la seño. Además, como es por internet, mi hermana mayor me ayuda a hacerlos. Bueno, si no estamos enfadados.
Hoy un mensajero ha traído un paquete. Luego mis padres han estado hablando un buen rato en la cocina y después me han llamado. ¿Qué habré hecho ahora?
―¡Sorpresa! ―han gritado los dos a la vez señalando el paquete.
Es un patinete. No entiendo nada, pero se les ve tan contentos…
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