Mientras miraba la televisión durante uno de esos días de interminable encierro, advertí que la imagen de unos buitres festejando alrededor de un cadáver es algo que puede verse bastante a menudo.
Al principio rondan en círculos su objetivo. Tímidos, quizás sintiendo cierta empatía. Pero no tardan demasiado en desvelarse sus intenciones: los muertos, muertos están.
Una vez empezado el festín los vi picotear, desgarrar y pelearse entre ellos por llevarse el mejor pedazo.
Apagué el televisor cansado de aquel espectáculo. Incapaz de soportar un minuto más aquella lamentable sucesión de charlatanes en busca de votos.
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