Estoy lejos del río, tan lejos como siempre lo he estado en tanto estuve dentro de mi casa, pero ahora, incluso desde la misma casa, estoy mas lejos. El río está en el mismo lugar, bastante mas bajo, pero en el mismo lugar, nunca el mismo río, pero siempre en el mismo lugar. Estoy lejos del río como estoy lejos de mi madre, de mi padre, mi gato y de ti. Estoy lejos del parque, de mis amados bares. Mi cuerpo no puede salir, no puedo alejarme de todo lo que ahora tengo a una muy corta distancia, pero estoy irremediablemente lejos de vos, de mi gato y hasta de mí. Lejos han quedado ahora los coloridos y hermosos pasillos del paraíso con olor a café. Lejos están ahora esas noches de ciudad noctámbula de bar en bar y en los conciertos eternos de Amaro Lucano. Tan cerca estoy de mí mismo que me siento completamente ajeno a mi cuerpo, a mi mente, pero no a mi corazón. ¿Que salida me queda de esta solitaria lejanía? Soñar. Los sueños tienen esa legendaria libertad de poder ver cosas que no pasan en la realidad, como una película. En los sueños puedo estar en cualquier lugar del mundo, en cualquier casa, en cualquier momento histórico. ¿Debo pasar el lejano encierro durmiendo para soñar? No, pues solo sueñan cuando duermen los conservadores. Los que brillamos soñamos despiertos.

Soñando estaré lejos de mi cuerpo, pero cerca de mi madre, de mi padre, de mi gato y de ti. Soñando estaré en el río, ahora crecido, en el parque y en mis amados bares. Mi cuerpo no habrá salido, pero mi mente si. Me alejaré de todo lo que tengo a corta distancia y ya no estaré irremediablemente lejos tuyo. Cerca volverán a estar los coloridos pasillos con olor a café y las noches de ciudad noctámbula de bar en bar y en los conciertos eternos de Amaro Lucano. Estaré tan lejos de mi mismo que sentiré mi corazón nuevamente cerca; soñando lejos.

de Yuval Robichek

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