Confesiones de silencio.

Confesiones de silencio.

Descargo las piernas pesadas como carmas en mi mecedora sobre el balcón. Son las once, mis hijos están en sus cuartos; tal vez en sus celulares. Mi mujer esta en la sala viendo su novela. Traigo el humeante café a mi boca y solo puedo sentirme reducido a la impotencia, no poder salir corriendo de la piel. agarro la barra de acero con fuerza porque el mundo sigue ahí, desgastándose de a pocos, como yo, pero yo si lo noto. La verdad es que, no me hallo. Llevo toda la vida trabajando por mi familia, aquí nunca ha faltado nada. Aquí nadie ha podido quejarse que no tiene que comer, y no puedo hacer nada. Caminar, respirar hondo en el balcón. No quiero seguir así. Una lagrima escurre del pómulo hacia el bigote frondoso. Escapa un sollozo. Los pensamientos recurrentes hablan. ¿como callarlos? Mis hijos no valoran eso. toma un trago. Aveces creo que nunca notan si ya llegue. No quiero estar aquí. no puedo seguir aquí. soy un hombre, no me puedo quedar quieto.  Limpia con fuerza su lagrima pesada, y frunce el ceño antes de entrar a servirse mas café.

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