De tanto mirar  la casa de enfrente parece estar mas cerca cada día, como si la calzada  estuviera encogiendo por el poco uso. Es un edificio construido hace un siglo, sin lujosos adornos y con balcones sencillos. A los vecinos les veo  las facciones más claras; distingo el dibujo de la bata del anciano que sacude el mantel todos los días un poco antes de las tres; todavía no distingo la marca de el cigarro que fuma la vecina del tercero; y  los niños del quinto cuando saltan y gritan agarrados a la barandilla parecen gritarme al oído. Pero no es sólo eso, además, la pintura roja de la fachada está tomando aspecto de cartón piedra, toda la fachada en realidad parece un montaje. Imagino la parte de atrás hueca, con un enorme andamio lleno de escaleras, por las que los extras que hacen de vecinos, suben y bajan para asomarse a los balcones. Ahora, después de  un mes de encierro, espero impaciente oír un ¡ Coooorten !  

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