Me gusta abrir la venta del balcón, ahora que apenas pasan coches. El otro día en el salón, entró una voz clara y alegre, acompañada de un taconeo. Era una joven hablando por teléfono con una coleta pendulante como si fuera la horquilla de un diapasón. Hablaba con seguridad y potencia, sus frases retumbaban en toda la calle. La vi alejarse y pensé; esa chica se ha escapado del mes de enero.  

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