El mundo a medias.

El mundo a medias.

Entropía.

17/04/2020

Entró en casa eufórica, con el triunfo en la mirada. Una vecina le había dejado la llave de la azotea, dijo que podíamos subir a tomar un poco el aire.

Desde allí arriba todo se veía diferente, de otro color, se respiraba otra energía, era como otro mundo. Volví a notar la sensación de libertad y seguridad, esa que tanta falta me hacía días atrás, encerrada en casa, lejos de mi familia, lejos de mi ciudad y en ocasiones lejos de mí.

Pero, tan poco duró la fantasía hecha realidad, que entre el cantar de los pájaros y la música de las terrazas, pudimos percibir un grito poco amigable hacia nosotras:

– ¡No podéis estar ahí! ¡Voy a llamar a la policía!

Confundida, miré a los lados en busca del origen de aquella voz, era una mujer desde su gran terraza, en otro edificio.

Me quedé en shock, no entendía nada. Inmediatamente más personas se unieron a ella y nos increparon con palabras amenazadoras y actitud desafiante, dos eran vecinos de la misma comunidad.

Otras personas solo miraban incrédulas, también expectantes. No estaban de acuerdo con lo que nos decían, pero no iban a ayudarnos.

El miedo invadió mi cuerpo, un miedo acompañado de un inmenso sentimiento de soledad, de repente me convertí en delincuente.

Les insulté, les insulté sin parar, perdí los papeles por completo, les insulté y les insulté más, sin dejarles hablar, no quería oírles. Volvimos a bajar con las mentes en blanco, atónitas por lo que acababa de pasar.

Entramos en casa de nuevo y aún aturdidas, observamos las calles en el único ángulo desde el que teníamos permitido mirar, un pequeño balcón en mi habitación, con la barandilla a la altura de la nariz.

Y desde allí abajo, volvimos a ver el mundo a medias.

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