Pilar y Juan, ambos médicos limeños, sin hijos, trabajaban uno como internista y ella como anestesióloga, la vida les iba bien, viajaban todos los años a Madrid a ver a su familia, siempre viajaban a darse “la vuelta” por Europa especialmente por Italia donde Pilar había estudiado y ejercido como médico. Fueron ellos ésta vez a Italia y se enteraron del virus estando en Liguria, sin perder tiempo Juan volvió a Lima, al día siguiente se cerraron las fronteras en Perú, luego igual en Italia, Pilar seguía en Liguria y no podía viajar al Perú. Ella quería ser útil y se ofreció como voluntaria en el hospital, ella había estudiado en Italia, al principio no la aceptaron, luego la llamaron porque no había quien haga las intubaciones, Juan le pedía que no lo haga. Ella siempre ayudaba a todos, volvía sin chaquetas, sin dinero … porque lo entregaba a la gente pobre, por eso no quiso tener hijos, los buscaba en su prójimo en las calles, Juan siempre tras ella, pero ésta vez él no quería que ella ayude en ese hospital pero Pilar lo hizo y él sabía que sería así, le dolió más que no podía estar con ella, por un lado él cada vez más lleno de infectados por el virus y Pilar decenas de veces más pero siempre de buen ánimo sin bajar los brazos para que él no se afecte aunque le partiera el alma haber visto de cerca tanta muerte y sufrimiento. Juan se enteró que un vuelo humanitario salía desde Londres hacia Lima y que Pilar podía viajar hacia Madrid y luego hacia Londres a tomarlo, le rogó para que siga ayudando, pero en su país y ella aceptó, viajó y ahora ambos trabajan en hospitales de Lima, también ambos se han contagiado del virus, ahora no pueden estar cerca ni tocarse, pero están cerca, esperando salir con más fuerza para volver a trabajar, no se sabe si el virus los matará, pero si saben que lo que hacen es lo que escogieron y si va a ser así será cerca uno del otro.

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