El enemigo invisible

¡Cómo voy a creer en Dios si no le veo! Ya sabes que soy una persona muy agnóstica, no tiene mucho sentido que me pidas que rece para que se termine esta pandemia, ¿Qué rece a quien? -dijo Sami-

-Yasín se quedó pensando unos segundos y le contestó- Estamos luchando contra un virus al que tampoco podemos ver -¿Dónde está?- Eso no significa que no sepamos que no está ahí matándonos a miles, un enemigo invisible que está causando mucho dolor.

-¿Dolor?- contestó Sami mientras se pellizcaba las manos. Tampoco podemos ver el dolor y verdaderamente existe, los corazones están llenos de sufrimiento y angustia estos días en los hospitales, por lo que supongo que no podemos dar por sentada la inexistencia de lo invisible, quizás tengas razón, aunque no me puedes pedir que tenga fe en algo en lo que no creo. 

-¿Y qué es la fe?- replicó Yasín, que se quedó mirando hacia arriba sentado en la parte de arriba de su litera con las piernas colgando y preguntó -¿Tienes alguna duda sobre que el techo no se nos vaya a caer encima?¿No verdad? Se da por hecho que el techo se mantendrá ahí, ni siquiera piensas en ello, algo parecido es la fe hermano, la misma que tenemos en el personal sanitario, ¡venga vamos a aplaudirles!, ya van a dar las ocho.