Ayer se presentó la primavera 2020 como si nada. Margaritas y Meacamas en el jardín, amarillo y blanco dando saltitos en un verde puntiagudo. Como cada primavera. Salvo las perras y sus dueñas o alguien respirando desde la ventana o el balcón, nadie observándolas. ¿Acaso en otras primaveras te detenias a contemplarlas y te maravillabas al verlas? ¡Hermosa Natura! Como cada primavera diferente. Para olvidarse y sentirse en ella. 

La masculinidad del sol intenta atravesar el grisáceo azul del cielo. Una semialegría, una semitristeza, luz y oscuridad, debilidades y fortalezas una vez más. Pérdidas, pero no derrotadas, por invasor visible sólo para expertas. ¿De estragos mensurables? No hay nada que mida el dolor con certeza. Dolor expandido con palabras o toses. Sin apenas caricias, dolor global, dolor en el universo. Tal vez se ha enfadado. Somos nada y parte de él. Una nanoinfinitamilésima puta mierda de él. Dejamos de ser esencia y nos abandonamos a la estética del ser. Pero, ¿qué coño nos hemos creído que fuimos, somos y seremos? Quizás algunas soberbias aminoren su intensidad o desaparezcan a raíz de los nuevos miedos. Miedos matusalénicos en realidad. Quizás sea tiempo de aprender a leer entre líneas ni dichas ni escritas.

Afortunadamente y como siempre a lo largo de la historia hay heroínas y héroes esenciales anónimos o no, de todas las estaturas, profesiones, edades y formas de vestir, que no se detendrán hasta que el dolor y el miedo no sean tan brutales.

Adios a todas porque ya ninguna de nosotras seremos lo que fuimos, o quizá sí… como en otros tiempos.

Hermosa luz primaveral que derrota toda niebla, abrázanos.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS