La soledad de Antonia

La soledad de Antonia

Marchet

29/03/2020

Antonia abre los ojos, aún es de noche, pero sabe que no se volverá a dormir. Últimamente no consigue dormir más de 4h seguidas, ella que era de dormir hasta las tantas. Enciende la lamparita de la mesilla y se encuentra con los ojos de Manuel, que la sonríen desde la distancia de aquel día en el retiro hace más de 50 años cuando los niños eran pequeños. Hoy cumple 82 y parece que aquella mañana soleada fuera la de ayer. Está cansada, no tiene fuerzas para levantarse. Precisamente ayer la llamó Teresa. Que qué tal estaba, que cómo llevaba el confinamiento. Bien, le mintió. Pero su hija la conoce demasiado. Volvieron a intentar con el móvil no sé qué cosa que se le ha ocurrido para que se puedan ver la cara a la vez que hablan. Pero no se hace con él. Mira que lo ha intentado. Porque en estas semanas que lleva aislada lo daría todo por ver la cara de los suyos. Están preocupados por ella. Que no salga, que ya le dejan ellos en la puerta los tuppers…. Pero Antonia no quiere comer. Esta soledad la está matando. No deja de pensar que está de prestado aquí y total para qué ¿para estar aislada? Necesita una mirada, un contacto…. Pone la radio, una voz lejana habla de un hospital que están montando en IFEMA. Más de 5000 camas. Se las imagina en fila, como cuando la guerra. Pero entonces ella estaba en el otro lado, acompañando a su madre, enfermera. Aún recuerda la cara de alguno de aquellos chicos. La chispa en sus ojos cuando se acercaba y se quedaba un rato sólo dándoles la mano. Y vuelve la misma idea de siempre… estar ocupando una de esas camas no puede ser peor que esta soledad que parece no tener fin. Está harta de luchar contra esa idea…. De repente le vuelven las fuerzas, va a salir, va a comprar, y a lo mejor en una semana puede estar allí y alguien se quedará a su lado dándole una mano, leyéndole una carta de ánimo.

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