Esto es una puñetera mierda. Luego de una docena de días de encierro, al más puro estilo de retiro espiritual en claustro de monasterio, me desperté sintiendo mucho enojo y rabia. La voz perturbadora modo calma, no puede estar encendida todo tiempo dando aliento, a veces se cansa.

A la voz, la mandé a la China, al Cairo, a la mismísima mierda. Merezco tener un día de capricho, de rabieta con llanto descontrolado. De aporrear almohadas, de romper cosas, con toda la furia posible. ¡Porqueeee! parece un grito melodramático, considerando que mi situación, no se merece hacer un derroche de emotividad, en medio de tanta tragedia.

Pero hoy no quiero disimular, siento que me lo debo, que puedo. Que está permitido reconocer que me quiebro. Que esta puta humanidad, que nos ha traído hasta aquí, también es la misma que me lleva a explotar como una bomba de tiempo y lanzar mi mierda hasta donde pueda.

No quiero escribir más mensajes esperanzadores, me cansé de escuchar que podemos, que saldremos adelante.

Hoy me permito, abrazar la ira, frustración y enojo. Quizá, -pienso- este virus solo nos está haciendo purgar; sacando lo que ya teníamos dentro, para vernos sin máscaras para amigarnos con nuestras propias sombras.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS