Mi incomprensible oficio de comepecados es tan ancestral y tan milenario como las mortales plagas que han azotado por siglos a Europa y a todo el mundo. En función de salvar las almas de los desprotegidos de Dios, pero con la venia de las religiones manipuladoras y asesinas.

Por eso, tus profanadores y vibrantes pecados traídos desde lo profundo de la tierra, tus fallas y errores, quizás puedan ser exonerados con mis conjuros; y así salvarte del infierno que te acontece.

Confieso que es terrible mi tarea de sacerdote excomulgador, y que requiere ser intenso y firme, pronunciar los cánticos masones y formular los rezos y los credos para la esencial purgación de las inmoralidades.

Sé que deseas tanto como yo la sanación de tus actos corruptos.

Soy emisario de la cura para tu enfermedad enraizada en los tuétanos. Pero tus miedos, ineludibles, son decisiones irreversibles de tu rumbo en la vida.

Sólo quiero poseer tu alma que es el espacio que requiere mi sabio y sagrado oficio. Por eso, no te resistas, y entrégame tus profanos pecados, delicioso banquete que saboreo, engullo para tu purificación. Tendrás la posibilidad de limpiarte, disculparte a ti mismo en tu necedad.

Pero eso tampoco te salva de mi cruel apetito espiritual de poseerte íntegro, fecundo, lúcido.

Mi oficio es originario de Escocia y de otros países abrumados por las mismas pestes, regidos por alarmantes protocolos de contingencia.

En el Londres apasionado por los misterios religiosos y científicos de mitad del siglo XVI, me era más complicado expurgar las supersticiones y las culpas. En otras ciudades como París y Dublín los muertos aparecían por montones en las calles, leprosos o envenenados, contaminados por microbios y virulencias catastróficas.

En otras ciudades, menos cultas, era imposible desempeñar mi trabajo de pontífice apocalíptico.

Pero, finalmente, lograba hacer evidente mi labor de rey Thanatos.

Atribulado insisto en comerme tus insanidades que son para mí como humo espacial.

Mi absoluta meta es saber sobre ti, minimizar tu ferocidad de muerto, tu derrota en la vida es mi triunfo. Por eso recorro el mundo desde hace mucho tiempo, reconociéndote.

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